2002

domingo, 19 de abril de 2009

LA TERTULIA PEDAGÓGICA DEL IES GERENA



¿Qué es una buena ESCUELA? ¿Qué finalidades educativas debe proponerse un centro para ser una buena escuela? ¿Cómo deberían trabajar profesores y profesoras para alcanzar las mejores metas? ¿Cómo deberían trabajar los alumnos y las alumnas para sentirse motivados y encontrarle sentido a las tareas escolares? ¿Qué papel deben jugar padres y madres? EL PRÓXIMO LUNES, DÍA 27, vamos a poder intercambiar ideas sobre estos temas. El próximo lunes, 27 de abril, a las 19:00 h. nos vemos en la TERTULIA PEDAGÓGICA DEL IES GERENA. Os esperamos.

sábado, 18 de abril de 2009

Diario de un Profesor (XV)


GRACIAS A SUSAN BOYLE


“No digas de ningún sentimiento que es pequeño o indigno. No vivimos de otra

cosa que de nuestros pobres, hermosos y magníficos sentimientos, y cada uno de

ellos contra el que cometemos una injusticia es una estrella que apagamos.”

(HERMAN HESSE, 1877-1962)


Mirémosla bien. ¿Habríamos reparado en ella en el supermercado o en la calle? ¿Le hubiéramos sonreído? Admitamos que con frecuencia sólo nos dejamos llevar por las apariencias. En una escena de la película, ¿recordáis?, el padre le dice a Matilda: “La apariencia es el 99 por ciento de la verdad”. Y así es. En esta sociedad hedonista, ensimismada en el valor supremo de lo agradable, de lo bello, de lo bonito, de lo llamativo, de la marca que luce y distingue, de lo lujoso si es posible, parece que sólo cuenta el éxito del dinero o del cuerpo, eso es lo único importante. Y en esa batalla diaria, orquestada por la publicidad y los medios, es el mensaje que se les lanza a nuestros niños y a nuestros jóvenes. Todo vale para alimentar el negocio. Y así, nuestros jóvenes, nuestras jóvenes, especialmente ellos y ellas, en una inmensa mayoría, se rompen el culo por aparentar estar a la moda, ser los más bellos, vestir al día, calzar lo mejor, ir conjuntados con los complementos adecuados… Ya desde los 11 años van repintadas y supermaquilladas al instituto en un afán de igualarse, de ser mayores, de aparentar adultez, de agradar claro… y tiene quizás su lado positivo la cosa: Es, en ocasiones, un grito de libertad. Pero ¿dónde queda el rostro escondido de nuestra belleza interior? ¿Cultivamos esa belleza de los valores del alma, esos que nos hacen aún más libres? Me ocurrió en cierta ocasión que expliqué a un padre que su hijo era solidario, generoso, ayudaba a los demás, se implicaba en las tareas de la clase, era trabajador…y terminó preguntándome: Pero…¿ha aprobado? Susan Boyle nos ha demostrado que no debemos dejarnos llevar por las apariencias, que a veces, lo que sale de dentro es más hermoso que el envoltorio externo que tanto nos preocupa. Dice ella, a sus 47 años, que nadie la besó nunca. Probablemente, hasta ahora, ha pertenecido al inmenso ejército de los que nunca han ganado nada, ni siquiera una sencilla mirada de aceptación. Sin embargo, llevo unos días que para sentirme exultante y emocionarme escucho su interpretación y me dejo invadir por su voz y por su rostro. Escucho su canción y siento que asisto a un verdadero milagro, ese milagro que quisiera ver crecer cada día como resultado de mi esfuerzo por enseñar y educar a muchos de los que, desde los once años, ya han perdido toda ilusión, toda motivación y el sentido por encontrar un verdadero camino de formación, arrojando sus esperanzas al río de la ignorancia. Hoy quiero dar las gracias a Susan Boyle por este regalo de emociones, por hacer brotar en mí los bellos sentimientos que cultivo por los jardines del aula. Escuchad su canción aquí (quitad antes la música de este blog, arriba en el cuadro de slide, presionando el simbolito del altavoz, ok?): http://www.youtube.com/watch?v=dSFP4XfE8jI

viernes, 10 de abril de 2009

DIARIO ÍNTIMO…DE UN PROFESOR

Ella


Dejadme contaros algo. Ella duerme a mi lado. Escucho cómo cadenciosa y suavemente toma del aire prestada la vida. Así, puedo observarla todo lo que quiero y hasta desenredar de su pelo, sin despertarla, los malos sueños. Ocurre en esas horas en que este insomnio galopante de la edad me roba el descanso. A pesar de estos más de veintiséis años juntos, siento que nuestro amor sigue abriéndose camino. ¡Y pensar que había quien no daba dos días seguidos por nosotros! Hoy quiero recordar agradecido este regalo del tiempo. ¡Qué afortunado he sido! En el reino de la ucronía tal vez pude tener reservadas otras felicidades, pero todas navegan lejanas e inasibles. Me gusta sentirla al lado y acurrucarme sobre el exagerado y cálido zigzag que traza su cuerpo. En la oscuridad, siento cómo respira el silencio de la casa al compás de un eléctrico tictac. Y pienso en quienes hoy, en la soledad de la calle, sin techo protector, cubiertos por el inmisericorde manto de la desdicha, no encontrarán cobijo para su noche. Y mi dicha se siente algo huérfana, desvalida, inútil, hasta avergonzada: “Soy feliz, soy un hombre feliz y quiero que me perdonen por este día todos los muertos de mi felicidad”…Así canta Silvio Rodríguez, y no le falta razón. Y ella duerme confiada hasta que ese impulso invisible de las madres, a media noche, la lleva a vigilar el sueño de su hija. De vuelta, de manera acompasada, como durante toda la noche, nuestros cuerpos se girarán una vez más para buscarse y entrelazarse en un rito de posturas de durmiente amabilidad. Alguna vez le susurro: “te quiero”. ¿Qué misterio es éste de la pareja humana? Hay quienes dicen que somos de los pocos seres vivos que, en contra de la ley natural, nos emparejamos por siempre con el mismo individuo. Hay quien también ha afirmado que lo único que nos sobrevivirá es el amor. Es hermoso pensar que será así. Sé que hay muchos modos de decir “te quiero”. En primer lugar a las personas que amas. Pero, también, a quienes te rodean más allá de las fronteras de la familia. A mi me gusta regalar estas palabras. Es cierto que están demasiado desgatadas por el uso ramplón, superficial y traicionero que con frecuencia les damos. Es cierto que no deberíamos “consumirlas” como la mayonesa: con casi todo y perdiendo en ello el placer de saborear lo auténtico, sin aditivos disimuladores de lo verdadero. Es verdad que hay que manejar con cuidado ciertas palabras, sobre todo, las que tenemos reservadas para transformar el mundo. Sí, debo reconocerlo, me gusta decir “te quiero”. En privado y en público. Y no olvido que el amor moverá a mi mundo en el mundo. Es amor lo que deberíamos enseñar en las escuelas y en los centros educativos: amor por el conocimiento, por la historia, por las matemáticas… Pero, sobre todo, el amor mismo, la necesidad de saber amar. ¿Cómo sería ese currículum? Tema uno: Saber dar y recibir cariño. Ejercicios prácticos de ternura y momentos íntimos. Tema dos: Del beso, los abrazos y las caricias. Taller Práctico Nivel I: La confianza. Tema tres: De la amistad. Tema cuatro… Sí, deberíamos enseñar a querer y a querernos. La gente considera normal enseñar Educación Vial y sacarse el carnet de conducir, pero ¿quién nos instruye en el amor? Y me vuelvo a la cama y la atraigo hacia mí y me siento afortunado, y le doy las gracias, y le digo susurrando, muy quedo, entrando ya definitivamente en la casa de los sueños: “te quiero”. Ella no lo advierte, descansa, bien sabe que queda por delante un largo y nuevo día y que mañana tendremos que seguir persiguiendo la posibilidad de ser felices, ese regalo que hasta a los dioses se les hace inalcanzable.

miércoles, 1 de abril de 2009

MIS COMPAÑEROS DE COLEGIO









MIS COMPAÑEROS DE COLEGIO SIEMPRE ESTÁN CONMIGO


Mi madre marcó mis iniciales y mi número, con mucho amor y a punto de cruz, en todas mis pertenencias. ---Aquel “LAF – Nº 30” me acompañaría siempre. Aún conservo sobre mi sillón de trabajo una de las mantas que abrigaron mis sueños infantiles y mis miedos de entonces. Aún siento que me protegen con ella las manos de aquella mujer excepcional---. Con el corazón en un puño, gesto serio, ennegrecido del verano del pueblo, muy canijo, y con una vieja maleta de cartón a rayas llevada por mi padre, subí las escaleras que conducían al amplio dormitorio poblado de camas del Aspirantado (seminario) que los Padres Escolapios tenían en la Plaza Ponce de León de Sevilla.Y de, pronto, de Leonardito, hijo de Sofía la de Leonardo y de Antonio el de Perico Alanís, pasé a ser “Alanís”, de Gerena, uno de los sevillanos de aquellas “naciones unidas” que eran el internado.

Recuerdo, uno a uno, a todos mis compañeros, a los mayores y a los de mi curso. Todos me parecían grandotes, inalcanzables. Un día de aquellos años, y al volver de nuevo al colegio, no los volví a encontrar. Muchos de los cursos superiores se habían ido, dijeron, a otros colegios que la Orden tenía en otras partes de España. Otros, sencillamente, habían desaparecido por dios sabe qué razones ocultas. Pronto me habitué a aquella liturgia: Terminado cada curso, tras las vacaciones, vivías la inquietud del reencuentro con los veteranos y la incertidumbre del conocer a los nuevos. Así, durante seis años. Y uno a uno, de golpe, todos desparecieron de mi vida. Un día, abandoné el internado y volví a casa.

Pero, imaginad que un día de muchos años después descubrís que aquellos compañeros de colegio de los que te separaste casi cuarenta años atrás, existen, que no habían huido del mundo hacia otras galaxias. Ellos, como tú, simplemente siguieron y construyeron sus vidas y estaban ahí a tu lado, incluso, muchos de ellos, cerca. Es verdad que vivían con frecuencia en tu memoria y aparecían con sus risas y sus juegos al tropezar con viejas fotos o sin necesidad alguna de curiosear en los congelados recuerdos de aquellos años. Ocurre con frecuencia que sencillamente aceptas de modo natural y con resignación la muerte de quienes poblaron tu pasado. Y, aunque es cierto, como dicen, que la vida no se puede andar mirando continuamente hacia atrás, no es menos cierto que no se puede entender sin las vivencias del pasado. Y un día de estos, cuando parecía que habíamos enterrado hasta la eternidad las voces de otro tiempo, decidimos que teníamos que volver a vernos, a abrazarnos, a hablar, a discutir, a sonreír, a recordar juntos. Y así lo hacemos desde hace ya seis años. Y es, cada vez más, algo …¿maravilloso? No puedo negar que os llevo en el alma y en el corazón. Tal vez porque aquellos años cambiaron mi vida para siempre, claro, pero difícil es olvidar que sin vosotros aquello, simplemente, no habría existido.



Quiero manifestar una vez más mi gratitud a nuestro compañero Valeriano, un campesino manchego de bien… (como mi tatarabuelo, que se vino a Gerena hace ahora más de 170 años). A Paqui, su infatigable y generosa mujer. A sus hijos, especialmente a Enrique, Carolina y a… (¡qué memoria!), ejemplo de hijos verdaderamente ejemplares y que han llegado a entender los achaques de estos viejos compañeros que tanto insisten en verse. Y a toda la familia, también, al abuelo, viejo militante socialista de “los de antes”. A todo el pueblo de La Guardia (Toledo) y a su alcalde. Ellos nos han acogido en su casa y nos han ofrecido la abundancia del corazón, que es la más inagotable. Los días 20, 21 y 22 de marzo pasan inolvidables a la historia de nuestros encuentros anuales. En La Guardia, hemos pasado unos días que han enriquecido aún más nuestros recuerdos y, sobre todo, nuestros afectos. Es un lujo teneros cerca. Nos vemos el próximo año en Almedinilla (Córdoba). Allí nos esperan Maribel y… Pulido. Un fuerte abrazo.