MIS COMPAÑEROS DE COLEGIO SIEMPRE ESTÁN CONMIGO
Mi madre marcó mis iniciales y mi número, con mucho amor y a punto de cruz, en todas mis pertenencias. ---Aquel “LAF – Nº
Recuerdo, uno a uno, a todos mis compañeros, a los mayores y a los de mi curso. Todos me parecían grandotes, inalcanzables. Un día de aquellos años, y al volver de nuevo al colegio, no los volví a encontrar. Muchos de los cursos superiores se habían ido, dijeron, a otros colegios que la Orden tenía en otras partes de España. Otros, sencillamente, habían desaparecido por dios sabe qué razones ocultas. Pronto me habitué a aquella liturgia: Terminado cada curso, tras las vacaciones, vivías la inquietud del reencuentro con los veteranos y la incertidumbre del conocer a los nuevos. Así, durante seis años. Y uno a uno, de golpe, todos desparecieron de mi vida. Un día, abandoné el internado y volví a casa.
Pero, imaginad que un día de muchos años después descubrís que aquellos compañeros de colegio de los que te separaste casi cuarenta años atrás, existen, que no habían huido del mundo hacia otras galaxias. Ellos, como tú, simplemente siguieron y construyeron sus vidas y estaban ahí a tu lado, incluso, muchos de ellos, cerca. Es verdad que vivían con frecuencia en tu memoria y aparecían con sus risas y sus juegos al tropezar con viejas fotos o sin necesidad alguna de curiosear en los congelados recuerdos de aquellos años. Ocurre con frecuencia que sencillamente aceptas de modo natural y con resignación la muerte de quienes poblaron tu pasado. Y, aunque es cierto, como dicen, que la vida no se puede andar mirando continuamente hacia atrás, no es menos cierto que no se puede entender sin las vivencias del pasado. Y un día de estos, cuando parecía que habíamos enterrado hasta la eternidad las voces de otro tiempo, decidimos que teníamos que volver a vernos, a abrazarnos, a hablar, a discutir, a sonreír, a recordar juntos. Y así lo hacemos desde hace ya seis años. Y es, cada vez más, algo …¿maravilloso? No puedo negar que os llevo en el alma y en el corazón. Tal vez porque aquellos años cambiaron mi vida para siempre, claro, pero difícil es olvidar que sin vosotros aquello, simplemente, no habría existido.
Quiero manifestar una vez más mi gratitud a nuestro compañero Valeriano, un campesino manchego de bien… (como mi tatarabuelo, que se vino a Gerena hace ahora más de 170 años). A Paqui, su infatigable y generosa mujer. A sus hijos, especialmente a Enrique, Carolina y a… (¡qué memoria!), ejemplo de hijos verdaderamente ejemplares y que han llegado a entender los achaques de estos viejos compañeros que tanto insisten en verse. Y a toda la familia, también, al abuelo, viejo militante socialista de “los de antes”. A todo el pueblo de La Guardia (Toledo) y a su alcalde. Ellos nos han acogido en su casa y nos han ofrecido la abundancia del corazón, que es la más inagotable. Los días 20, 21 y 22 de marzo pasan inolvidables a la historia de nuestros encuentros anuales. En La Guardia, hemos pasado unos días que han enriquecido aún más nuestros recuerdos y, sobre todo, nuestros afectos. Es un lujo teneros cerca. Nos vemos el próximo año en Almedinilla (Córdoba). Allí nos esperan Maribel y… Pulido. Un fuerte abrazo.
1 comentario:
Alanis eres un fenómeno como persona y como amigo. Estaba recordando el último encuentro en Almedinilla y he decidido agradecerte tu amistad.
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