2002

miércoles, 14 de octubre de 2009

DIARIO DE UN PROFESOR - Página 1

EDUCAR, O EL ARTE DE “ENCENDER LOS OJOS'

Llevo días arrancando hojas de este diario. Unas y otras hablaban de manera recurrente del "imperio de los exámenes", de "los mercenarios de la tiza", del "delito de enaltecimiento de la expulsión", de nuestros "niños de la calle" (que los hay como en tantas ciudades del mundo; daros una vuelta por la puerta del Instituto cercana la hora del recreo o de la finalización de la jornada escolar, allí los encontraréis)... Pero me he prometido a mi mísmo no dejarme ganar por la desesperanza. Por ello, he pedido prestado un texto a mi amigo José María Toro, maestro y educador, que cree como yo en el potencial transformador de las emociones en la ESCUELA.


"La lámpara de tu cuerpo es tu ojo. Si tu ojo es puro, todo tu cuerpo estará iluminado"

(Lc. 11, 33-35)

Cuando vemos luz tras una ventana sospechamos que hay alguien dentro. Por eso, cuando unos ojos se opacan, cuando pierden su brillo y la mirada se muestra apagada nos percatamos que esa persona es como una casa vacía.

Pocas cosas me resultan tan sobrecogedoras como los ojos apagados de un niño porque me indican que salió de sí mismo, vive exiliado de su propia alma y anda errante y perdido en medio del mundo.

Un maestro debe aprender a mirar la mirada de los niños y debe dejarse mirar por ella. Ha de saber que el niño de mirada perdida no puede mantener fija su atención porque su mundo interno es un laberinto, un caos, un desasosiego, todo un universo de tensión, inquietud, ansiedad e incluso miedo.

El niño salió de su casa sin saberlo y ahora no sabe el camino de regreso y no encuentra las llaves que le devuelvan a su propio hogar.

Los ojos no son sólo el espacio desde el que miramos sino que han de ser objetos permanentes y continuos de nuestra mirada.

Mirar a los ojos es una urgencia pedagógica, un impresionante reto vital.

Devolver el brillo, la luz y la belleza a los ojos apagados de los niños y jóvenes es también una competencia básica, un contenido curricular y una eficacísima herramienta metodológica.

Iluminar los ojos de los niños es devolverlos a casa, a su casa, a su corazón.

Es maestro quien con su propia lumbre prende lo que estaba apagado, aviva lo mortecino y es capaz de hacer resurgir algo nuevo de las cenizas.

Educar es, a fin de cuentas, el arte de encender los ojos del entusiasmo y de la alegría para que todo el rostro se ilumine con el resplandor de lo mejor de sí mismo".


Repito con frecuencia que hay que hablar y dirigirse a nuestros alumnos como lo que son --- un universo de dignidad infinita...--- y no como lo que nos parecen. ¿Por qué no se enseñará en las universidades el arte de encender los ojos?


2 comentarios:

José Juan del Valle Ramírez. dijo...

Hola Leo, interesante reflexión sobre la comunicación contenida en la mirada, como en todos los sentidos. Esta entrada me ha hecho recordar un libro que leí de Sebastiá Serrano, "El regalo de la comunicación". Me gusto la frase del preámbulo, "El díficil arte de gestionar la incertidumbre en tiempos de cambio". El libro trata basicamente sobre las potencialidades de lenguaje no verbal y es curioso como se pueden decir tantas cosas aun estando callados.

Salud y República.

Anónimo dijo...

Me alegra comprobar en que manos está mi hija , quien la educa junto con nosotros y que valores son prioritarios a parte de los académicos.Soy MAESTRA y lo pongo en mayúscula porque para mí es algo grandioso y que a pesar de esta sociedad es lo más gratificante.
MARÍA ARANDA