La escuela está necesitada de las mejores ideas

Acabo de llegar de Jerez. He estado allí con mis compañeros y compañeras de Intermón Oxfam presentando el libro de Desiderio de Paz, “Escuelas y Educación para una Ciudadanía Global. Una mirada transformadora”. Ante un nutrido grupo de Educadores, sobre todo Educadoras, he expuesto algunas ideas y reflexiones que, de manera sintetizada, quiero compartir con vosotros.
“La Escuela, el sistema de enseñanza, es el terreno de juego donde los diferentes poderes pugnan por imponer su modelo de sociedad y el papel que el propio sistema educativo debe jugar en su construcción.Son esos poderes los que han convertido a la Escuela en la “papelera de la sociedad”, al depositarse en ella el imperativo de solucionar muchos de los problemas que la propia sociedad no es capaz de resolver.
¿Qué papel juegan los profesores y las profesoras en este pulso? ¿Qué hacer? Esta es la pregunta que los educadores debemos formularnos.
Desde Intermón Oxfam hemos formulado una respuesta radical a esta pregunta: Hoy, más que nunca, es necesario el rearme de ideas de quienes realizamos la compleja tarea de educar. Es necesario recuperar el discurso ideológico sobre la escuela, es decir, empezar a aprender a mirar la realidad de la propia escuela y de la realidad donde se ubica, una realidad global, tratando de desvelar las trampas que han convertido a la Escuela en mera servidora del sistema social dominante.
Pero los profesores somos bastante reacios a la teoría y, de hecho, no solemos aprender a partir de la exposición de teorías, sino muy especialmente a partir del intercambio de experiencias. Sin embargo, las mejores experiencias educativas han sido aquellas que han estado sustentadas por sólidas teorías, por fuertes sistemas de ideas. Al final, siempre, deberemos enfrentarnos a la necesidad de la reflexión teórica. Los educadores y educadoras debemos situarnos frente a nuestra conciencia para transformar la realidad transformando el propio quehacer educativo.
El reto de la Escuela en cuanto tal es el reto que tiene ante sí la sociedad entera: construir una sociedad verdaderamente democrática y justa. Y para saber si una educación es democrática bastará con probar si favorece que todos los alumnos y alumnas reciben y gozan de al menos dos derechos: El primer derecho es el crecimiento o desarrollo personal, que no es simplemente el derecho a ser más desde el punto de vista intelectual, social o afectivo, sino el derecho a adquirir los medios de comprensión crítica y a abrirse a nuevas posibilidades. Esto significa no quedar excluido del poder del discurso ni del discurso del poder. El poder de leer, de procesar información, de descubrir el currículum oculto de tantos mensajes, el poder de un pensamiento complejo para comprender la realidad.
El segundo derecho es el de la participación. Una participación efectiva a nivel de prácticas, es decir, el derecho a participar en los procedimientos mediante los cuales se construye, se mantiene y se transforma el orden. Una participación en la reconstrucción del conocimiento y en el análisis de los procesos vividos.
Debemos seguir buscando respuestas para esos retos del mundo global que nos ha tocado vivir, en el que la calidad de la democracia radica precisamente en el progresivo reconocimiento de la condición ciudadana de todos y cada uno de los habitantes de este planeta. Es esta nueva perspectiva la que reclama no ya la aspiración, sino la exigencia de una ciudadanía global.Nuestra actual escuela refuerza demasiados conceptos ideológicos alienantes, justifica a su vez no pocas prácticas improductivas y poco satisfactorias y, sobre todo, es ciega a sus verdaderos fines.
Con frecuencia, espera la Escuela y con ella muchos educadores que la administración sea quien defina sus fines, o que lo haga la industria de la conciencia a través de los libros de texto… o lo que es peor, ni siquiera esperamos; simplemente hacemos “sin cuestionarnos” la finalidad de nuestras prácticas, sean individuales, grupales o institucionales. Nos inclinamos a pensar y a actuar instrumental y técnicamente dentro de la trama burocrática sin combatirla de modo crítico ni actuar positivamente para transformarla. La burocracia, pensamos, se encargará, por otra parte, de contener los conflictos sobre fines y valores para reducirlos a problemas técnicos. Y, sin embargo, es apremiante recuperar la dignidad de decidir el para qué de nuestras acciones, rehabilitar el diálogo y el pensamiento, devolver la voz y la palabra a quienes estamos a pie de obra.
Alguien dijo alguna vez que la mejor práctica es tener una buena teoría. Pero no nos confundamos, la teoría, decía Freire, no es lo contrario de la práctica…Lo contrario de la teoría es la verborrea vacía y falta de sentido. Y lo contrario de la Práctica es la rutina, la repetición de rituales viciados y envejecidos que convierten la enseñanza en una actividad estéril”.
Visitando el zoo de Jerez y al ver al solitario elefante “Buba”, pensaba que la Escuela es tan lenta a la exigencia de los cambios sociales como un paquidermo. Ayer, alguien del público, un viejo maestro, admirador de las ideas de Freinet, nos agradecía la bocanada de aire fresco que le habíamos llevado. Y es que la Escuela está necesitada de las mejores ideas para alimentar la esperanza de una Escuela mejor, posible y necesaria.