2002

viernes, 22 de enero de 2010

Carta para el “Espada Chico”



¿Qué hay Rafael? ¿Cómo va eso? ¡Qué descansado que estás a estas alturas de tus 49 años, charrán! Hoy la iglesia ha estado llena, ¿has visto? Estaba allí tu familia. Alguien me comentó que había más gente de la esperada. Tú ya sabes que si hubiera habido que llenarla con esas pocas buenas personas que han estado a tu lado hasta el último suspiro de tu sufrimiento, no hubiéramos sido tantos, más bien, hubierais sido pocos, muy pocos. Perdónanos el fallo, pero hemos tenido mucho que hacer. San Lázaro, además, no nos cogía de camino. --- ¡Bien sabes lo que incomoda entrar en la habitación de un enfermo que ya no tiene remedio!---. Aparte de eso, tenemos niños, una familia que cuidar, un trabajo que no podemos descuidar, somos gente demasiado ocupada. Seguro que tú lo comprendes. Pero, bueno, aquí nos tienes diciéndote adiós. Para eso, sí hemos encontrado un momento. Como has podido comprobar desde pequeño, a la gente de Gerena no nos disgusta mucho esta costumbre de los entierros. Todos, incluso el tuyo, han pasado siempre por delante de tu casa ¡Sí que has sido, tú, cumplido, Rafael! ¿Quién de nosotros, sin embargo, llamó a tu puerta últimamente para preguntarte cómo te encontrabas? Y mira que se te veía desmejorado. Todos lo sabíamos. Pero bueno, un despiste como ese lo tiene cualquiera. Sé que no nos lo tendrás en cuenta, que sabrás disculparnos. Ya ves, hemos venido a darte el último adiós. Rafael, ¡Cuánto me gustaría que siguieras siendo el pesado que llama a mi casa y vienes una y otra vez a pedir, aunque vinieras sin afeitar! Ya sé que es un poco tarde para desearlo, pero así somos los seres humanos: ciegos con quien sufre la condición de ser eso, sencillamente, humano. Espero, en fin, que hayas encontrado la calma y el descanso que necesitabas. Tú, que tantos y tan tortuosos caminos has recorrido en tan poco tiempo con la libertad que Dios te ha dado. (Una “Libertad” hecha hoy lágrimas y desconsuelo, pero en la que debe crecer con fuerza la esperanza de un mundo más digno para los pobres). Pídele ahora al buen Dios, a quien acompañas ahí en esa “barda” infinita del cielo, que nos enseñe a barrer de este mundo todo aquello que afea y ensucia nuestros corazones y nuestra mirada. Y perdona, Rafael, perdona. Un abrazo eterno.
P.D.: Da recuerdos a tus padres, a tu hermana, al Eli, a Juanito y a la gente del pueblo que veas por ahí.

domingo, 10 de enero de 2010

Y mi hija cumplió su deseo












Siempre ha contado Juan el de La Rociana que él llegó a Gerena un 4 de febrero de 1954. Lo ha recordado bien toda su vida, porque ese es el día que nevó en Gerena. ¿Y ahora qué hacemos si ha vuelto a nevar? Pues, sencillamente, que a un día excepcional le añadimos otro día excepcional. Afortunados los que no han de borrar ninguno de los dos de su memoria. Me contaba mi vecino cómo aquel día los niños hacían muñecos de nieve por las calles. Cuánta penuria de máquinas de fotos y cuánta penuria de todo en aquellos años...para recordar. Lo que para muchos es cotidiano, incluso un fastidio, para nosotros ha sido y será inolvidable hasta que la meteorología disponga nuevamente. ¡Vaya catetada que dirán algunos¡ Bueno, pues sí, qué le vamos a hacer, pero ha sido tan hermoso... Ha sido un 10 de enero. Un 10 de enero en el que Irene cumple al fin su deseo de conocer la nieve. Pero vendrán nuevas nevadas para fabricar nuevos recuerdos y el repetido ciclo de la historia hará mayores a nuestros hijos y a nosotros prisioneros del tiempo que pasa. Ha sido hermoso, sí, ha sido hermoso y blanco.








lunes, 4 de enero de 2010

BREVE HISTORIA EN IMÁGENES

Ha llovido como no recordaba desde hace años. Me ha parecido que han vuelto aquellos interminables días de temporales en que padre volvía del campo empapado y se encendía un brasero para secar la ropa sobre aquel armatoste que a mi me parecía gigantesco, el zahumador, trenzado con baretas, ya muy resecas, de olivo. Un olor intenso de alucema, mezclado con las humedades de la ropa campesina, nublaba los portales enladrillados de la "casa barco". Nostalgia de aquellos días en que el viento tronchaba algunas ramas y dejaba huérfano el limonero y empedrado de amarillo el corral. Ah, la lluvia. Sobre esta tierra, la lluvia nos hace habitar el paraíso, una tierra rica...de gente pobre. Nostalgia de quienes tanto amé, del pueblo y la gente que amo.

Hoy, los tiempos han cambiado...

Aunque, a veces, no parecen haber cambiado tanto...

¿ O sí? La nobleza se mezcla con el pueblo...

...y la generación más libre de la historia gusta de encarcelarse a sí misma

...los gitanos se casan sin prejuicios entre payos...

...nos dejamos invadir por banderas que en otro tiempo fueron combatidas...


Y de todo ello, dejamos un rastro que durará siglos.


Verdaderamente, los tiempos han cambiado. Brindemos para que sigan cambiando... y sólo sintamos nostalgia por la infancia, porque... no somos lo que somos, sino lo que hacemos por cambiar lo que somos.