2002

martes, 24 de diciembre de 2013

FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO 2014

EL MAESTRO – LA MAESTRA

Muchos de ellos, muchas de ellas, nuestros alumnos, vienen de Primaria con una interiorización tal del apelativo, que cuando llegan a nosotros no pueden evitar seguir diciéndonos “maestro”, “maestra”. Tal vez fuera fácilmente evitable y podríamos proceder a sustituir el llamado por el de “profesor” o “profesora”. Con el tiempo…
Pero ¿importa eso?  Siempre hubo alguien a quien ese “maestro”, “maestra”, le pareció una degradación del cargo que ostentamos en la convencional pirámide de la autoridad académica. A mí, eso de “maestro” me parece tan hermoso...

“Solo podemos llamar maestro, maestra, a quien nunca pierde su condición de alumno, porque educar es el oficio de aprender enseñando.
Un maestro, una maestra, nunca impone lo que sabe, lo pone ante los ojos del alumno para que la llama del interés y del entusiasmo prenda en su alma.
Un maestro conduce a sus alumnos hacia la fuente de su propio conocimiento, les descubre sus pozos interiores y les muestra los veneros de otros a los que pueden acudir cuando los propios se secan.
El maestro enseña a amar lo que aún no se conoce, a respetar y honrar el conocimiento, cierto o no, que hasta el momento asentó nuestras comprensiones y afectos para con el mundo.
La sabiduría de un maestro no niega la del alumno sino que la respeta, la alienta, la fecunda y la libera. No hace por el alumno sino que hace del alumno un maestro de sí mismo, arquitecto del edificio de su vivir que erige sus construcciones cotidianas sobre los sólidos pilares de los valores humanos que más nos ennoblecen y dignifican.
Un maestro cultiva con las semillas de lo que él sabe el conocimiento original y sagrado de sus pupilos y no invita a la repetición sino a la recreación y a la creatividad.
El maestro de corazón despierta al poeta, al amante, al mago, al rey y al guerrero que duerme en los sueños de las almas que, cada día, se sientan ante él en sus pupitres y le miran. Más que ofrecer datos o informaciones prepara espacios y tiempos para las revelaciones, muestra las ideas como latidos de un corazón enamorado de la vida y del mundo y transforma los contenidos en continentes para la belleza”.

                                                                              Texto de José María Toro

Hay quienes ven en la Navidad  la historia de un niño que nació para convertirse en  “Maestro”. OS DESEO EN ESTOS DÍAS Y SIEMPRE, DE TODO CORAZÓN, FELICIDAD COMPARTIDA Y MULTIPLICADA. Afectuosamente, Leo Alanís




EDUCAR(NOS) EN LA ESCUELA PÚBLICA…CON UNA SONRISA

(A partir de un texto de José María Toro)

La sonrisa de un chico o una chica que es feliz en el Instituto no tiene precio
La sonrisa de un profesor o de una profesora que es feliz en el Instituto…eso tampoco tiene precio

La sonrisa tendría que ser considerada un elemento típicamente escolar, como son los libros, los cuadernos, los lapiceros o las pizarras.
Hoy, quizás más que nunca, es preciso devolver la sonrisa a los rostros de los y las adolescentes y al semblante de sus profesores y profesoras. La sonrisa es una energía que es necesario atenderla, enfocarla, activarla y cultivarla.
La sonrisa constituye un extraordinario alimento que ha de estar presente y servirse en la mesa (pupitre) de cada día.
Es una medicina que actúa de manera fulminante y eficaz, es la vitamina por excelencia para nuestro corazón.
La sonrisa nos alisa y allana el camino para llegar a los demás y nos abre sus puertas.
Trazar una sonrisa en el momento del encuentro es como decir: ¡Aquí estoy! Quien devuelve la sonrisa no está sino respondiendo: “Pasa y entra”.
La sonrisa pone la llave y abre la puerta.
Cada vez que sonreímos a nuestros alumnos les estamos diciendo: “Nos gusta estar aquí”.
Cada vez que ellos y ellas nos sonríen nos dicen: “Somos felices estando aquí y con vosotros”
Esta es una de las máximas felicidades de este trabajo: escuchar cómo cantan y cómo ríen nuestros alumnos y alumnas, cuando se marchan a sus casas tras haber pasado la mañana en su instituto.