2002

viernes, 29 de mayo de 2009

Un pueblo que camina









La han mirado. Cruzan con ella continuas miradas de complicidad. Le han pedido que les cure, que les ayude a salir definitivamente de su visita a los infiernos del cáncer, de la enfermedad, de la necesidad. Que les haga superar este momento difícil de la operación, del paro, del próximo parto, del pago imposible, de los dolores tan insoportables…de la hija, del padre, del hermano. Que superen ese examen que tanto se les resiste, esa prueba de dificultad extrema, que les toque incluso, algún premio para esos arreglos con que sueñan, para poder respirar en el futuro. Son tan gratuitos los ruegos… Ella no cobra por ellos. He visto sus miradas húmedas de súplicas. Recorren todos ellos el camino y en su andar confían, escoltados por palmas, esparragueras y tomillo, alcanzar el favor de esta pequeña madre de corazón inmenso y alma acogedora. Otros, sencillamente, charlan, sonríen, cantan, comparten este caminar fraterno, para unos tradición, para otros promesa, para algunos, la rutina bullanguera de cada año, el pretexto para lucirse a solas o en caballo. Muchos, sin más, no creen, es la obligada y repetida costumbre del calendario, la excusa oportuna para el reencuentro. Y avanza, desmigajada o abigarrada, próxima, lejana, delante, al lado, detrás, descalza, en silencio, en rezos, desentendida, ajena, sentida…esta comitiva polvorienta de fe y vecindad. Como cada primavera, como desde hace siglos, como la humanidad entera que busca respuestas en su peregrinar… Y siento que quiero a mi pueblo y a su gente, mi pueblo, mi gente. Siento que lo quiero.





sábado, 23 de mayo de 2009

Diario de un Profesor (XVI)

Cena de fin de Curso 2º de Bachillerato Curso 2008/2009


“El mundo sin amistad es un desierto” F. Bacon




Casi cada año, celebramos la cena de fin de curso con los alumnos y alumnas que han estudiado 2º de Bachillerato en el Instituto. Hay ocasiones en que, de una parte u otra, no quedan tiempo o ganas y faltamos a la cita. Tratamos en los últimos años de que eso no ocurra, resulta siempre una fiesta hermosa de alegre y sincera camaradería. En ella, entre el ir y venir de la comida y las copas, evocamos los mejores y peores momentos que profesores y alumnos vivimos en el Instituto. En ella, sobre todo, se da rienda suelta a la fascinación por los recuerdos fotográficos. Y es que retener el tiempo en imágenes es un afán irreprimible del ser humano desde el comienzo de los tiempos. Pero, ¿y las palabras? ¿se retiene el eco de las palabras? Como otros años, me ha tocado dirigir algunas palabras a estos chicos y chicas que representan a esa parte "privilegiada" de lo mejor de nuestra "producción educativa". Es verdad que hay otras partes, la de aquellos alumnos que han dirigido su interés y trabajo por un Ciclo de Formación Profesional y, sin duda, la parte más poblada, la de los "más", la de aquellos que se han quedado en el camino y apenas llegaron a alcanzar el Graduado de la ESO. De nuestros alumnos y alumnas de Segundo Bachillerato estamos muy orgullosos. Ellos y ellas son la cara del éxito del sistema. Pero, como decía mi maestro Don Milani, "La escuela tiene sólo un problema: los chicos que pierde". Allí, en nuestra alegre y feliz cena, revoloteando por encima de nuestras felices cabezas, estaba rondándonos la sombra del fracaso escolar. Desde nuestra preocupación por él, la cena representa para nuestro centro un reconocimiento merecido a cuantos se esfuerzan por seguir el nada fácil camino del estudio. El fracaso escolar es cierto que tiene causas estructurales, complejas. A él contribuyen, sobre todo, la pérdida del sentido del estudio y la aniquilación del esfuerzo que sufrimos en el mundo en que vivimos. Esta sociedad se ha empeñado en mostrar como modelo y camino para el triunfo instantáneo el de los que llegan fácilmente a la cima del éxito social y del dinero. Tal vez esto explique la desmotivación que prende en algunos chicos y chicas de la mano de muchas de nuestras familias atrapadas en los valores de un sistema social que desvaloriza el estudio como camino de formación ciudadana. En fin, esto dije ayer:


Estimados alumnos/estimadas alumnas:


Hace seis años cuanto menos, llegasteis al Instituto. Habéis estado viendo vuestras fotos de estos años pasados. ¡Cómo nos ha cambiado el paso del tiempo! ¡Cuánta gente ausente! ¡Cómo os ha cambiado la cara, ¿verdad?! Dicen que la cara es el espejo del alma. ¿Os ha cambiado también el alma? Esa es la pregunta esencial que os debéis hacer. Es muy seguro que, al igual que hoy me contaban en su visita al instituto los alumnos de Educación Primaria del Colegio, teníais entonces expectativas y disparatados sueños. Supongo, que también algunos temores. No sé si el tiempo ha confirmado o frustrado unos y otros. El caso es que, al fin, aquí estáis. Aquí estamos.

Deberíais observar, sin embargo, que en realidad sólo se cierra momentánea y brevemente un ciclo de vuestras vidas. El Bachillerato no es más que la apertura de una puerta a nuevos retos futuros: la Selectividad, un Ciclo Superior, una carrera universitaria… (O, a estas alturas, cuando aún no se conocen los resultados finales, para algunos, exámenes en septiembre para recuperar algunas asignaturas que se resisten). Sea como fuere, aquí estamos, despidiendo simbólicamente el final de una etapa.

En nombre del Profesorado del IES Gerena y de cuanto haya podido significar para vosotros el instituto, quiero daros la despedida. Una despedida que es al mismo tiempo una invitación a que cuando lo necesitéis, volváis siempre que queráis. En nosotros encontraréis siempre aquello que, desde nuestra modestia y nuestra diversidad como profesores y personas, hemos intentado compartir con vosotros: el amor al conocimiento, el apego al estudio, el afán por mejorar y, muy especialmente, educarnos juntos en los valores del trabajo, del esfuerzo, de la amistad, del compañerismo. Si como centro educativo no os hubiéramos brindado la posibilidad de encontrar algo de todo esto para vuestro crecimiento como alumnos y como personas, estaríamos perdidos… para hoy y para el futuro.

Este acto, como hace ahora justamente un año, otro, y otros que vinieron años atrás y otros que vendrán en el futuro, representa un ritual que se repite cada año en la vida de los profesores y de nuestro centro. Nosotros apenas cambiamos, pero vosotros vais cambiando siempre. Eso explica que digamos siempre las mismas o parecidas cosas.

En nombre del profesorado del IES Gerena, os quiero dar, sobre todo, las gracias. Siempre diré que lo mejor que ocurre cada día en los centros de enseñanza, sois vosotros, los alumnos y alumnas que los pobláis con vuestras risas, con vuestros agobios, vuestras contradicciones, vuestra desorientación, vuestras preocupaciones, vuestros problemas y, también, con vuestros anhelos, esperanzas y vuestro trabajo. Vosotros y vosotras aportáis cada día, cada año, vuestras maneras de ser, vuestra personalidad, vuestra presencia. Sois como el abono que da fuerzas y sentido al trabajo del profesorado y a la inquietud de vuestros padres que tienen puestos en vosotros sus mejores deseos. Sin nada de eso, los centros estarían carentes de vida. No os quepa duda: algo de vosotros, de cada promoción que estudia en el IES Gerena, va quedando para siempre en él.

Para tratar de explicar menos torpemente lo que os queremos desear en esta noche, me gustaría servirme de las palabras de ese viejo poeta, Mario Benedetti, que murió hace apenas unos días:

No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.

No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.

No te rindas, por favor, no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.

Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.

Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.

No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti


(Porque no estáis solos, porque nosotros os queremos)


En Gerena, 22 de mayo de 2009

lunes, 18 de mayo de 2009

Benedetti por siempre



LA GENTE QUE ME GUSTA

Primero que todo

Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace en menos tiempo de lo esperado.

Me gusta la gente con capacidad para medir las consecuencias de sus acciones, la gente que no deja las soluciones al azar.

Me gusta la gente estricta con su gente y consigo misma, pero que no pierda de vista que somos humanos y nos podemos equivocar.

Me gusta la gente que piensa que el trabajo en equipo, entre amigos, produce más que los caóticos esfuerzos individuales.

Me gusta la gente que sabe la importancia de la alegría.

Me gusta la gente sincera y franca, capaz de oponerse con argumentos serenos y razonables.

Me gusta la gente de criterio, la que no se avergüenza de reconocer que no sabe algo o que se equivocó.

Me gusta la gente que al aceptar sus errores, se esfuerza genuinamente por no volver a cometerlos.

Me gusta la gente capaz de criticarme constructivamente y de frente; a éstos los llamo mis amigos.

Me gusta la gente fiel y persistente, que no fallece cuando de alcanzar objetivos e ideas se trata.

Me gusta la gente que trabaja por resultados. Con gente como esa, me comprometo a lo que sea, ya que con haber tenido esa gente a mi lado me doy por bien retribuido.


No te rindas

No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.


No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.


No te rindas, por favor, no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.


Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.


Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo,
Celebrar la vida y retomar los cielos.


No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Mario Benedetti

miércoles, 6 de mayo de 2009

Diario de un Profesor...republicano


MEMORIA, HISTORIA Y EDUCACIÓN

A mis amigos y anónimos, con humildad y respeto:

De veras que siento ser un profesor tan peligroso. Pido perdón desde aquí por aparecer ante algunos miembros de esta comunidad como un educador que somete continuamente a sus alumnos a una situación de auténtico riesgo vital por el mero hecho de atreverme a estar con ellos y, por supuesto, por tratar de educarlos ¿Cómo una persona de mi talla intelectual y moral puede atreverse a enseñar Historia de España a estos adolescentes del siglo XXI, del futuro? Quiero que disculpen mi osadía, por favor. De veras que pensé ser digno de tal oficio. ¿Cómo puede un republicano convencido enseñar en la España de la Monarquía Constitucional y cobrar un sueldo por ello? ¡Habrase visto tamaño despropósito! Pido encarecida y públicamente perdón por el hecho de que la educación pública esté en manos como las mías, tan marcadas por la continua manipulación de la verdad histórica, única y verdadera. Debo decir que siento haber sido formado por educadores religiosos que me transmitieron firmes convicciones en las que sustento buena parte de mi visión de la vida y del mundo: estar siempre del lado de los perdedores y, también, de dar mi vida si es necesario para que todo ser humano, de cualquier condición e idea, pueda vivir y expresarse en digna libertad. ¿Debo poner por testigos de ello a mis cientos de antiguos alumnos que desde la etapa de la educación primaria a la universidad han vivido en riesgo a mi lado? Lamento saber tan poco. Siento hoy como nunca que mis ignorancias se me clavan en mi modesta alma educadora. Siento ser uno de esos culpables del fracaso escolar que tanto nos avergüenza. Pido disculpas a la luz del día y ante todos por tener en el despacho de la dirección del centro en el que soy director unas pocas fotos: la de un profesor de Instituto, un tal Antonio Machado ya envejecido y encogido y triste por el peso del exilio, la derrota y la muerte que le esperaba tan pronta. ---Bueno, quizás sea la imagen del maestro Juan de Mairena--- La otra foto es la de un maestro y sacerdote que me ha enseñado casi todo lo que sé de la Escuela: Lorenzo Milani. Debo decir que estoy seguro de pocas cosas, es verdad. He vivido siempre en la duda permanente. Así me lo enseñaron. Decía recientemente Caballero Bonald que “el que no tiene dudas es lo más parecido a un imbécil”. De ahí mi actitud permanente de búsqueda de la verdad. Pero de lo que sí estoy totalmente seguro es que no me hubiera importado correr la suerte de aquellos cientos de maestros y profesores que se comprometieron con la II República y terminaron, humillados, depurados o fusilados por el impagable gesto de participar del afán republicano de extender el conocimiento entre los campesinos iletrados. Hoy, desde mi modesta opinión, se ha abierto paso una visión estereotipada de la historia de la guerra civil española, fundamentada en el revisionismo de las viejas interpretaciones franquistas de los documentos de la época y de los manuales escolares de la escuela del nacionalcatolicismo (aunque esto lo ignoren los que la utilizan y la arrojan a la cara de los defensores de la causa republicana). Y al amparo de ella, seguro de lo que se dice, sin ninguna clase de dudas, se sigue condenando a militantes de izquierda o a trabajadores de la enseñanza y nos exigen no remover nada y dejar en paz a los muertos. ¿Cuándo y cómo superará España su Guerra Civil? ¿Dejando correr un espeso velo de silencio que dure mil años? Siento pensar que es necesario, cuanto antes y sin perder más tiempo, hacer justicia con los olvidados y con la propia II República. Siento discrepar. Y es desde la más respetuosa discrepancia que quiero afirmar que para superar los errores de nuestra historia común, cerrar las heridas aún sangrantes del pasado y enterrar definitivamente el miedo es necesario continuar la batalla por la Memoria que algunos hemos emprendido como una tarea educadora, educativa y verdaderamente superadora de los traumas que arrastra la sociedad española. Esto lo han hecho otros pueblos que han atravesado guerras civiles o situaciones de verdadero trauma nacional.. Esto empezará a hacerse realidad no cuando escondamos nuestras miserias debajo de las alfombras de lo que tanto nos avergüenza. Sino cuando asumamos colectivamente, de modo parecido al duro ejercicio al que debió someterse la sociedad alemana en relación a su experiencia histórica con el nazismo, que:

1º.- La Segunda República Española no fue como algunos repiten una y otra vez un régimen político que nació de mala manera y con un final trágico escrito de antemano.

2º.- La Guerra Civil se produce por efecto de un golpe de estado que no llegó a triunfar en sus inicios como estaba previsto al encontrarse con una resistencia popular en defensa de la República.

3º.- La única responsabilidad histórica de una guerra tan cruel debe recaer sin ningún tipo de dudas sobre los militares y civiles que conspiraron ya desde los primeros días de la República.

4º.- La Dictadura de Franco nació de la violencia y vivió gracias a la represión durante décadas.

5º.- Muchas de las victimas de esa violencia aun siguen enterradas sin nombre en baldíos, cunetas y tumbas anónimas y colectivas de cementerios.

6º.- Existió una resistencia social y popular a la dictadura, fuertemente reprimida durante décadas, que contribuyó decisivamente al debilitamiento del régimen y el advenimiento de la democracia.

Algunos, de manera sencilla, poniendo oído atento a las explicaciones de los supervivientes de esta época difícil, nos hemos comprometido con la defensa y divulgación de estas afirmaciones históricas, ampliamente refrendadas hoy día por la investigación historiográfica y por la fuerza de los hechos, pero sistemáticamente negadas y tergiversadas por el poder franquista y en parte por el propio poder democrático. A pesar de la incomprensión de muchos, estos es lo que constituye el meollo y la esencia de la lucha democrática por la recuperación de la memoria histórica. A pesar de la contestación de determinados sectores sociales y políticos y religiosos de la España actual, la exhumación de victimas y desaparecidos, el apoyo y asesoramiento a familiares y allegados, la exigencia a los poderes públicos para que de una vez asuman y ejerzan la responsabilidad democrática de dignificar a las victimas y condenar siquiera moralmente a los verdugos, tienen siempre un doble y entrelazado objetivo: Se trata, claro está, de acabar con la mentira y la ocultación del pasado, mostrando al pueblo español los rostros y los nombres de los asesinados, entregando honradamente sus restos a familiares o descendientes y enarbolando la dignidad que nunca perdieron pero que se les negó primero desde el poder franquista y después desde la Monarquía Constitucional. Pero todo este esfuerzo colectivo de recuperación de la memoria debe proyectarse hacia el presente y hacia el futuro: Reconstruir la memoria democrática de la ciudadanía, rescatando del interesado olvido el hilo de lucha democrática y antifranquista que nunca se rompió, desde los últimos días de la República hasta la agonía de la dictadura. Memoria democrática que debe convertirse en conciencia política del presente, reconociendo que el único antecedente legítimo en el que puede enraizarse nuestra democracia actual es el régimen de la Segunda República, último depositario de la soberanía popular hasta el fin del franquismo. Es difícil para muchos entender esto, pero así son las ideas de quienes empujan el carro de la Memoria.

Por último, y aún a riesgo de ser más incomprendido, quiero decir también que este afán de recuperación de la memoria histórica debe hacerse en las aulas e instituciones culturales y educativas. Se trata de suscitar el debate y difundir propuestas alternativas sobre la contribución y la responsabilidad del sistema educativo y cultural en la desinformación y desconocimiento de nuestro pasado inmediato que caracteriza en buena medida a la sociedad española actual. Mi trabajo con mis alumnos, como el de otros muchos profesores y profesoras de España, trata de fortalecer lo que podríamos llamar un frente cultural en el más amplio sentido del término, incluyendo aquí la reivindicación de la memoria y los testimonios orales como un método veraz y fiable de conocer e incluir en el relato histórico las vivencias y los puntos de vista de las clases populares. Y que nadie siga teniendo miedo, esto hará a nuestros alumnos, más libres. Estarán menos oprimidos por el peso de nuestros prejuicios y de nuestras deformaciones.

Quiero agradecer por último, a mis anónimos amigos el que alienten en mí mi afán de ser mejor. Siempre trato de ver el lado positivo de la crítica, aunque a ella se le vea clara intencionalidad demoledora y hasta insultante a veces. Soy siempre una persona optimista, esperanzada, no sé mirar de otro modo la realidad cotidiana. Debo decir que no suelo contestar a anónimos. Tal vez el anonimato no sea más que otra herencia del franquismo sociológico tan presente en nuestra sociedad. A mi amigo José Manuel Limia debo reconocer y agradecer su coincidente visión del asunto. A Rafa, que vuelva a leer a Limias, seguro que encontrará tras su homenaje a Ionesco, lo que en un principio no supo entender. A José Juan, la poesía. Nada mejor que la poesía para combatir por la verdad en la que creemos. A todos los demás, Jero y Luismi y a cuantos vengan…por hacerme el honor de ser leído. Es un lujo contar con todos vosotros. A todos, conocidos y anónimos os abrazo.


lunes, 4 de mayo de 2009

Ahora que se ha ido este abril republicano

"LA MEMORIA ES LA PALABRA DEL ALMA"







Palabras pronunciadas con motivo del homenaje tributado a las mujeres de Guillena asesinadas en el cementerio de Gerena en 1936.


Hubo un tiempo en que no se hablaba de ciertas cosas. Sólo los silencios y los suspiros poblaban muchas de nuestras casas en el pueblo. En unas, del abuelo no se hablaba; de la abuela, no se decía nada; de padre…que nadie supiera, por Dios, que fue un rojo; que nadie se entere de que a madre la pelaron…que al abuelo lo mataron en una cuneta, que a tu tío se lo llevaron al cementerio de Olivares…o al de Guillena…o al de Gerena. Hubo un tiempo, también hay que decirlo, ---y esto es algo que he empezado a conocer ahora--- en el que aquel opresivo silencio terminó por aplastar la valentía de muchas mujeres, sobre todo mujeres, que señalaron con el dedo acusador la ignominia y la impunidad de muchos de los asesinos. Hubo un tiempo en el que enorme peso de la verdad poblaba silencioso toda la realidad oficial impuesta por la ley de los vencedores.

En aquel tiempo, yo crecí en una casa donde siempre estuvo colgado de la pared un enorme diploma, festoneado con banderas triunfantes y míticos personajes celestiales, en el que se recordaba que un hermano de mi madre murió gloriosamente luchando por Dios y por la Patria. En aquella casa, verdaderamente, nunca terminó la guerra. Pero no era la única. Había en el pueblo otras muchas, pero, aquéllas, sin diplomas en sus paredes. y sólo alguna foto escondida en habitaciones poco transitadas. Aquel niño se preguntó más de una vez: ¿Qué guerra había sido aquella? ¿Contra quién peleó tan bravamente aquel soldado sostenido por ángeles guardianes? Esto tardé mucho en aprenderlo.

Desde pequeño, conocí en la Iglesia del pueblo una enorme cruz de granito levantada para recuerdo de unos héroes. Más de una vez, sentado en sus escalones, señalé el nombre de aquel valeroso soldado que yo conocía. Pero seguí sin saber qué guerra había sido aquella. Aprendí muy pronto desde la escuela, las gestas y los nombres de los protagonistas de la CRUZADA contra el comunismo y la barbarie. Nadie me contó que hubo otros caídos, otros combatientes, otros valientes.

Yo cantaba entonces, muy feliz en la escuela, el “Cara al Sol” y aún siento lo bonito que nos parecían nuestras formaciones gimnásticas y desfiles militares mientras izábamos en el patio aquellas banderas que aparecían en el diploma de mi tío.

Y pasó el tiempo, y ya cuando tocábamos con la punta de los dedos la libertad democrática, cuando al fin tocaba contar y escuchar la verdad toda, entera, desnuda, y hacer justicia a los olvidados de aquella guerra, los dirigentes de la época, ellos, tan sabios, que habían vivido la guerra y un largo exilio y penosos años de cárcel, nos repetían: tolerancia, moderación, RECONCILIACIÓN NACIONAL… Y yo y muchos les creímos. Nadie hablaba entonces de Derechos Humanos, pero les creímos. Era necesario demostrar, nos decían, que no veníamos con ánimos de revancha y había que afianzar la democracia. Y casi nos hicimos monárquicos: ¡Qué tipo tan salado este Juan Carlos que nos ha traído debajo del brazo la democracia! ¿La República? ¡Qué República! ¿Murió alguien por ella?

Porque aún había miedo, mucho miedo. Y vino un 23 de febrero y se comprobó que aún ese miedo formaba parte del ADN social de los españoles. “Chiss…hay que seguir callados”. “Y no es pesado ese "Taquito" con su lista de fusilados”…oí decir hace más de treinta años a algunos dirigentes locales de la izquierda.

Y han pasado más de setenta años. Y a pesar de las indemnizaciones, del cambio de las lápidas, de los homenajes a la corporación republicana o de las jornadas sobre la memoria…aún seguimos, al menos colectivamente, desmemoriados.

Llevo más de dos años desenterrando muertos del olvido, reconstruyendo vidas perdidas y pidiendo a mucha gente que me cuenten a mi y a mis alumnos sus historias y poniendo cara a las víctimas olvidadas de aquella guerra. ¿Y sabéis qué encuentro aún?: “¿Para qué remover esto?” “¿Por qué sólo los muertos republicanos si hubo muertos en los dos bandos?” “Pero…¡si aquello fue una guerra entre hermanos que perdimos todos!…”

En este tiempo de búsqueda entre las ramas de aquel tiempo tan desconocido de la Gerena, de la España de comienzos de los años 30, ---y esto debemos decirlo alto y fuerte--- lo que encontramos en este y en otros pueblos, es la historia de una comunidad dinámica, de una clase obrera organizada, con sindicatos fuertes, con hombres y mujeres, con personas, excepcionales, entusiasmadas todas ellas con la idea de cambiar la España atrasada, pobre y hasta miserable que les tocó vivir. Gentes que creyeron, frente al poder de la iglesia y de los terratenientes, en los ideales del socialismo, del anarquismo, del republicanismo… y que apostaron por la República como un modo de superar las lacerantes desigualdades sociales y de romper los privilegios de siglos de unos pocos. Eran jornaleros, picapedreros, amas de casa. Mayores y jóvenes. Muchos de ellos y de ellas, analfabetas. Pero, sin embargo, aficionadas al teatro, amantes de la cultura…personas abiertas al afán transformador y a aquel cambio social, que se reveló imposible, de la II República.

Por eso fue tan profundo el daño causado por el golpe de Estado: No sólo infringieron un infinito dolor en tantas familias, sino que hicieron que España descendiera muchos peldaños, de la mano del ejército, de la iglesia y de los terratenientes y banqueros, hacia el atraso económico, político, social y cultural que hemos arrastrado y arrastramos.

Es ese ideal por salir de la ignorancia y superar las injusticias sociales, lo que llevó a la muerte a nuestros familiares hoy homenajeados.

De ellos podría contaros muchas historias. Vosotros las conocéis como yo. Todas son crueles, duras, difíciles de digerir. Historias que hablan de la sinrazón y de la violencia que una guerra desencadena. Es verdad que hubo, como en todas las guerras, excesos de una y otra parte. (Aquí en Gerena, desde luego, no lo hubo por parte de la gente de izquierdas. Y así lo demuestran los hechos y los testimonios sobre unos dirigentes locales, especialmente uno, de una entereza moral que logró, que lograron, impedir cualquier intento de represión o violencia contra las gentes de derechas).

Todo el mundo de la investigación histórica seria viene a resaltar la crueldad de la represión ejercida por los vencedores allí por donde extendían su dominio y, sobre todo, después de terminada la contienda. No debemos olvidar que la responsabilidad principal recae en quien rompe primero la baraja de las reglas del juego democrático. Que no se olvide que quienes destruyeron la legalidad fueron los generales que se alzan en 1936. Son los hechos y sus consecuencias los que cuentan. Los testimonios que he escuchado de los familiares de los represaliados por las fuerzas militares fascistas y sus aliados civiles falangistas, nos confirman que es necesario aceptar esto para enterrar definitivamente los fantasmas de una guerra civil que pretendió el exterminio del otro por el simple hecho de haberse atrevido a pensar diferente, haber osado afiliarse a un sindicato, haber bordado una bandera socialista o republicana, haber actuado en una obra de teatro, o haber celebrado de manera entusiasta el uno de mayo…

Pero entre todas las historias, hay dos que quisiera mencionar. Una de ellas, el ajusticiamiento cruel e inhumano, que no fusilamiento (Hay motivos para pensar que no fue un fusilamiento de espaldas a un paredón como los que estamos acostumbrados a ver en fotos o películas), de diecisiete mujeres de Guillena. Este el acontecimiento más dramático de cuantos tuvieron lugar en Gerena a partir del levantamiento militar. Hay muy diversas versiones sobre el número de víctimas y sobre la fecha, sin embargo, el único indicio documentado nos señala que es muy posible que este hecho aconteciera entre los días 22 ó 23 de octubre de 1936. ---Otros hablan de finales de aquel verano---. Pero de uno de esos días, existe una diligencia realizada por la Guardia Civil en esa fecha, en la que se hace constar que, en Gerena, se ha realizado un procedimiento a más de 20 rojos y se detalla en ella que uno de ellos llevaba 27 pesetas consigo. Parece que los militares eran escrupulosos en el cumplimiento del deber: se mataba sin escrúpulos, pero, eso sí, se respetaban los bienes de los desgraciados que eran fusilados. Fuera en la fecha que fuere, entre ellas iban dos mujeres muy ligadas a Gerena: Ramona Puntas Lorenzo, la suegra de Fernando "Tragaduro" y Natividad León Hidalgo, la madre de "El Guillena". Ellas, todas ellas, son vuestras, nuestras, “17 rosas”. Tenemos varios testimonios indirectos sobre este hecho. Pero os diré que hay alguien, vivoi aún, que fue testigo directo de aquel hecho luctuoso. Él era entonces un niño y, subido a un olivo, vio íntegramente lo que sucedió dentro de este cementerio.

El otro suceso es posterior en el tiempo, ya en 1937. Es muy probable que el 23 de noviembre de 1937. Siete hombres de Gerena (otros hablan de nueve) fueron conducidos al cementerio de Guillena. Son nuestros, vuestros, “siete claveles”.

Estas flores, unas y otras, están en el camino de nuestra historia común. Es la HISTORIA que no podemos olvidar y, mucho menos, temer. La historia, la gran fuerza de la historia, en una sociedad libre, es su capacidad de enseñarnos a no cometer los mismos errores. Nuestros muertos nos recuerdan, deben recordarnos siempre, que el proyecto social de la República fracasó por las armas, pero en su fracaso estaba su éxito. Setenta años después vemos con mayor claridad que aquella España no sólo fue la esperanza en pleno auge de los fascismos que llenaron Europa de muerte y desolación, sino que hoy, setenta años después, también es la esperanza para emprender caminos en la misma dirección de aquella transformación social que ansiaron los republicanos. Por eso tiene sentido seguir siendo fieles no a los muertos, sino a la causa de justicia que defendieron. Es esto lo que debemos tratar de enseñar a las jóvenes generaciones y educarlas en el recuerdo de quienes amaron la libertad. Porque de la desmemoria sólo puede nacer la ignorancia y la ignorancia sólo conduce a la intolerancia. A todas las víctimas de la intolerancia debemos, al fin y al cabo, nuestro disfrute de la libertad.

Antonio Álvarez, ese dirigente local que supo estar a la altura de la magnanimidad y tolerancia que exigieron los acontecimientos de aquel negro 18 de julio, escribió a sus hijos antes de ser fusilado en una de sus muchas cartas: “Cuando seáis mayores, obrad como yo he obrado, aunque tengáis el mismo pago que yo obtengo”. Él, como todos nuestros muertos, nos indica el camino a seguir. En Gerena, 19 de abril de 2009