2002

domingo, 14 de septiembre de 2008

Un ejercicio de escritura colectiva o el descubrimiento del nosotros a través de la escritura

Os propongo un juego a cuantos me hacéis compañía por esta página. Os hago la propuesta de escribir juntos. Se trata de escribir en el “comentario” lo que cada foto os sugiere. Para ver la foto con mayor detalle basta clickear en ella. Yo lo iré convirtiendo en un texto coral y colectivo, ¿ok?. Es tan simple como estimulante, o al menos eso espero. Ánimos. Espero en vuestros comentarios el alma de vuestro teclado.



Ahí dónde lo veis Jabey no vende gafas, ni pulseras, ni mucho menos collares. Sólo es una tapadera. Jabey vende baratijas como coartada, es una táctica, aunque, para que parezca verosímil, a veces regatee el precio de sus cachivaches.
Jabey es todo un profesional.

Pero su misión es otra. Él no ha venido a España para vender nada, ni para buscar trabajo, el no ha arriesgado su vida navegando sobre los ejes de un camión para acabar vendiendo basuras a los cuerpos que se tuestan sobre la arena. ¿Nadie se ha dado cuenta?.

Su destino es más grande. Enorme.

No debería contarlo... Pero lo que hace Jabey es grandioso: Está buscando a Dios.
Su clan lo escogió hace poco más de diecinueve años. Fue uno de los elegidos, educado, mimado, criado junto a otros miles de buscadores y buscadoras. En sus manos está puesta toda la fe de su pueblo, también quien sabe, si la de toda la humanidad, tienen que encontrar a Dios.

Y aquí lo vemos, como a tantos otros que podéis ver por ahí semiescondidos. En los semáforos mirando dentro de los coches, en los campos buscando debajo de las pimenteras, cerca de ancianos de pelo blanco. Todos buscan.

Buscan caminando, respirando y mirando como Jabey en la playa con sus ojos de radares. Escrutando cada cara, cada sonrisa, los rostros de las sombrillas. Buscando día y noche. Porque en algún sitio tiene que estar, ¡maldita sea!.

El no es un vendedor, ya lo dije, es uno de los elegidos para la gran búsqueda.

Nadie lo ha visto desde hace miles de años, en algún sitio tiene que estar.

A.B.


2 comentarios:

Felipe Marín Álvarez dijo...

Ahí dónde la veis Jabey no vende gafas, ni pulseras, ni mucho menos collares. Sólo es una tapadera. Jabey vende baratijas como coartada, es una táctica, aunque, para que parezca verosímil, a veces regatee el precio de sus cachivaches.
Jabey es todo un profesional.

Pero su misión es otra. Él no ha venido a España para vender nada, ni para buscar trabajo, el no ha arriesgado su vida navegando sobre los ejes de un camión para acabar vendiendo basuras a los cuerpos que se tuestan sobre la arena. ¿Nadie se ha dado cuenta?.

Su destino es más grande. Enorme.

No debería contarlo... Pero lo que hace Jabey es grandioso: Está buscando a Dios.
Su clan lo escogió hace poco más de diecinueve años. Fue uno de los elegidos, educado, mimado, criado junto a otros miles de buscadores y buscadoras. En sus manos está puesta toda la fe de su pueblo, también quien sabe, si la de toda la humanidad, tienen que encontrar a Dios.

Y aquí lo vemos, como a tantos otros que podéis ver por ahí semiescondidos. En los semáforos mirando dentro de los coches, en los campos buscando debajo de las pimenteras, cerca de ancianos de pelo blanco. Todos buscan.

Buscan caminando, respirando y mirando como Jabey en la playa con sus ojos de radares. Escrutando cada cara, cada sonrisa, los rostros de las sombrillas. Buscando día y noche. Porque en algún sitio tiene que estar, ¡maldita sea!.

El no es un vendedor, ya lo dije, es uno de los elegidos para la gran búsqueda.

Nadie lo ha visto desde hace miles de años, en algún sitio tiene que estar.

Errante dijo...

Todos buscamos a Dios