2002

viernes, 17 de octubre de 2008

Diario de un Profesor (V)


INTERNET Y EL EJERCICIO DE LA LIBERTAD INDIVIDUAL


Es este un invento maravilloso. Me refiero a Internet, a la llamada “red de redes”, esta inmensa autopista por la que cada día discurre nuestra curiosidad en busca de respuesta para muchas de nuestras inquietudes, de nuestros sueños, de nuestras conquistas, de nuestro legítimo y natural afán por atrapar con la palabra la atención y el diálogo con otros. Este inmenso río electrónico por el que circulan millones de informaciones diversas. ¿Sólo eso? También, infinitas vías de un ferrocarril impetuoso por el que circulan muchas de nuestras humanas miserias, especialmente aquellas que son alimentadas por la pretendida impunidad de quienes creen encontrar poder en las inertes letras de un teclado con el que agredir a otros y para ello se esconden tras el anonimato y el secreto de sus habitaciones.


Hoy quiero compartir con vosotros uno de esos acontecimientos que, en la ESCUELA, te dejan “tocado”, algo noqueado. Porque es algo que ocurre entre esos chicos de 13 a 17 años, que es como decir el anuncio del futuro de nuestra sociedad.


Esta mañana, muy temprano, como ha ocurrido en tantas ocasiones, una de las ordenanzas del centro me anunció la espera y el deseo de hablar de una madre. Como siempre, con toda la amabilidad y el afecto que puedo dispensar en medio de la ajetreada vida de un centro educativo, le he pedido que tome asiento a la mesa, esa mesa circular (que yo llamo de “los diálogos”), del modesto despacho de la Dirección de nuestro Instituto y que comparte conmigo secretos, temores, ansiedades, lágrimas, muchas lágrimas…de alumnos, alumnas, padres, madres, profesores, profesoras… la dimensión más cercana, más íntima, más humana también, de la docencia y de la dirección.


Esta madre me ha hablado de su hijo. Del temor, del miedo de su hijo a ser agredido por otros compañeros. La prueba: un extracto impreso de una conversación por el famoso “TUENTI”. Me quedo anonadado por las cosas que me da a leer. Os ruego disculpas por transcribirlo literalmente. Lamento que tengáis que enfrentaros a esto. A mí me avergüenza, os lo confieso, y os ruego, sin embargo, vuestra atención y vuestro ánimo:


“yo slo te digo ijo de puta k aver si te cojo mañana k te vas a cagar anoréxico de mierda pregunta aver kien esta mas fuerte y mejor k tu cuerpo porke se te notan las costillas debiill k esta podrio por dentro so mierda veras kuando te coja ijo de puta le vas a tener miedo a la calle y en Halloween k no te vea k te machaco so mierda k no matas ni a las hormigas fitetu k asta la hormigas son mas poderosas k tu no komo un askeroso tio k namas k sabe critikar en el tuenti y ahora en la realidad se caga de veras mañana komo te voi a dejar so mierda y ahora informa al director k me la suda so anoréxico deveria ase 4 años verte partido lakara en la fuente de los caños por cagarte en mi puta madre pero ahora mejor la vas a pagar todas juntas niñato de meirda k eres un pringao”


Puedo aseguraros que estas palabras equivalen a miles de cuchillos afilados sobre un alma adolescente y así se lo hago saber a esta madre, que se conforma con pedir sencillamente que su hijo no sea agredido hoy a las puertas del centro… ¿Debemos pensar que empiezan a ser las cosas que se dicen los chavales de comienzos del siglo XXI? ¿Dirán eso los investigadores del futuro sobre el ya desaparecido y arcaico término del “chateo”?


No sé si lo hemos resuelto bien o mal. Las medidas correctoras están en marcha y el proceso aún no ha terminado. Se han culpabilizado mutuamente: es el “Él empezó primero…”. Reconocen allí, en el mismo despacho, la gravedad de lo cometido. Se han pedido disculpas. Han formulado el firme propósito de que nunca volverá a repetirse. Pero ¿sabéis qué es lo que más me ha asustado de todo? El más pequeño, el autor de estas palabras, mirándome, una vez recuperado de las risas que le ha suscitado mi lectura de sus propias palabras (la verdad es que aún no sé muy bien dónde tienen alojada la gracia, debe ser la risa nerviosa del reo que escucha el castigo otorgado a su delito reconocido), mirándome y encogido de hombros, me dice: “Maestro, pero esto ha pasado fuera del instituto…”

El instituto, la casa, mi habitación, mi ordenador… Mucha información, pero ¿estamos más comunicados? Mucha información, pero no saben ni escribir. Mucha información…pero puedo convertirme en un potencial agresor frente a un ordenador ¿Y los buenos sentimientos? ¿Nos enseña este hermoso poder de la palabra escrita el ejercicio de una ciudadanía basada en los valores del respeto al otro? ¿Por qué tanta agresividad?


Una cosa es la información y otra, el conocimiento. Una cosa es la abundancia de información y otra el modo como se genera y se percibe esa información, las más de veces de manera aislada, individual, a veces, diría que solitaria. ¿Estamos más comunicados? ¿Estamos más unidos por este maravilloso invento, nacido, como tantos otros al amparo de la investigación y el gasto militar? Estoy convencido de que ese es el reto de la ESCUELA, convertir este invento en una poderosa herramienta de liberación de energías liberadoras para todos los seres humanos.


El día termina como empezó. Se ha corrido como la pólvora por el Instituto. Un descerebrado machista, su antigua pareja “sentimental”, (en los informativos, y siempre, se debería decir que fue ---él---, “pareja sin sentimientos”) ha colgado fotos de una chica semidesnuda. Ella, en este caso, es una de nuestras alumnas. La he buscado en cuanto lo he sabido y me he acercado a ella. No se extraña de que hasta yo lo sepa. Le indico sus derechos, que ella dice conocer. Me asegura que “además, nunca fueron consentidas” y que ha denunciado los hechos. Le ofrezco nuestro apoyo y toco levemente su brazo para enviarle en un segundo toda mi solidaridad y mi cariño, pero creo que sólo logro fabricar en mi cara un torpe y nuevo gesto de impotencia.


¿Qué podemos hacer? ¿Comprendéis ahora la soledad del educador de fondo? Me trago mi impotencia y reanudo mi trabajo sintiendo sobre mí el aliento frío de esa concepción dominante en la sociedad de quienes piensan que esto sólo se arregla con castigos, sanciones, la aplicación de la ley… Y es evidente que nada de esto puede quedar impune. Pero ¿esa es la educación que queremos dar? Estoy seguro de que venceremos, cueste lo que cueste, le quebraremos el pulso a la ignorancia. No hay otra salida. De lo contrario, será la destrucción definitiva de todos los sueños. En esto voy pensando mientras acompaño a unos cuantos cientos de corazones solidarios en la Marcha Contra la Pobreza. Claro que tenemos que seguir intentándolo, me repito, claro que sí.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Es indudable que problemas como estos, a gente con un poco de sensibilidad y sentimiento de dignidad humana, debe doler, causar desolación y hasta impotencia; pero la determinación en conseguir un futuro mejor, el compromiso social y la voluntad interior, son fuerzas que nos permiten seguir adelante y ver, a pesar de todo, el mundo con un atisbo de optimismo, o mejor,con esperanza.
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La verdad que el panorama es duro, Leonardo. Duro y difícil en todos los frentes.


Daniel O.P.

Anónimo dijo...

desde mi punto de vista de alumno, me encantan leer los relatos que cuenta nuestro director, dan ha conocer muchos puntos de vista del instituto,y te hacen reflexionar, muy afondo los problemas que aqui se relatan,y incluso te cambian
saludos y animo con este blog

José Manuel Martínez Limia dijo...

Se me ha pasado un poco el arroz de comentar esta entrada, pero he querido hacerlo desde que la leí hace un par de días. Así que no dejo pasar la oportunidad.

Verdaderamente demoledor y terrorífico. Y más demoledor y terrorífico aún si lo extrapolamos y lo convertimos en lo que yo creo que es: una especie de epidemia. Una epidemia de violencia e impunidad que parece inundarnos. Desde los casos más graves (hoy leía en el periódico la noticia del juicio a los que hace años quemaron viva en Barcelona a una indigente), hasta los, aparentemente, más inocentes y perdonables. Acabo de escribir en otra ciberbitácora que yo sí creo en la "violencia justa" (por ejemplo las de los republicanos que se defendieron del golpe militar del 36), pero, desde luego, abomino de esta lluvia fina y brutal de niños engreídos y hastiados del mundo por la superabundancia (de todo menos de educación).

Algún día habrá que enjuiciar a los padres de la transición.

Leona Catalana dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

Pues claro que hay que seguir intentándolo Leo.Los cientos de corazones solidarios que acompañaban la manifestación no es otra cosa que el fruto de educadores luchadores.

Animo