2002

domingo, 5 de octubre de 2008

El archivo: taller del historiador, fábrica de la historia.


(Si pincháis en el documento, lo veréis con nitidez y podréis leerlo aún mejor)
Bienvenida sea la reciente noticia de la inauguración de la que será desde ahora sede del Archivo Municipal de Gerena. Como profesor de Historia y sobre todo como gerenense quiero celebrar este hecho dándoos a conocer uno de esos documentos que he utilizado infinidad de veces con mis alumnos y que pude recoger hace ya años de los Libros de Bautismos del archivo parroquial, gracias a la gentil amabilidad de nuestro cura, Don José Salguero, nuestro tan querido “Hermano”. ---No debemos olvidar que la precariedad de fondos del archivo municipal, por pérdidas, destrucción o robos seguramente, está compensada por la muy digna conservación de la mayor parte de los documentos parroquiales de nuestra localidad---.
Es, como puede comprobarse fácilmente, un feliz ejemplo, en primer lugar, de hasta qué punto los documentos que logran conservarse y sobrevivir a los avatares del tiempo constituyen un testimonio vivo de la historia de quienes nos antecedieron y, en segundo lugar, por esa misma razón, nos indica lo importante que es conservar esos documentos en los archivos para mantener viva esa memoria de nuestro pueblo. Todo aquello que nos ayuda a reconstruir, conservar y sacar a la luz “la palabra de nuestra alma colectiva” merece nuestros mejores cuidados, ya sean papeles, ya sean testimonios gráficos, ya sea la viva voz de quienes pueden confesar que han vivido.
Este documento nos traslada en un viaje imaginario a la Gerena de hace algo más de doscientos años. La población sería de unos… ¿1000 habitantes? ¿Algunos más?. (En 1900, casi un siglo después del momento de los hechos, era de 2792 habitante). No hay luz eléctrica. No hay agua corriente en las casas. No hay Consultorio. No hay ambulancias, ni siquiera carreteras, tal vez caminos de herradura o diligencias de las que paraban a abrevar a los caballos en las Ventas de Santiponce. La medicina de aquel tiempo alguien la resumió en "Curar pocas veces, aliviar a menudo, consolar siempre". Hay, sin embargo, médico titular en el pueblo. Es precisamente en casa del médico donde ocurren los hechos que describe el documento.
Imaginemos un frío invierno. Corre el mes de noviembre de 1804. Una mujer joven ---¿Tan joven?...Suelen preguntar los alumnos, que desconocen que la esperanza de vida, es decir, los años que podía vivir por término medio una persona en la España de mediados del siglo XIX, hacia 1860, era de 24 a 26 años en nuestra región---, una mujer joven… va a parir. Es primeriza. Con seguridad debieron presentarse más complicaciones de las habituales ¡Cuánto miedo no acumularía aquella criatura en las horas previas al parto! Tanto miedo, que estaba muerta cuando nació su hijo.
Alguna vez he pensado escribir un relato a partir de este hecho histórico, sobre sus protagonistas. De dónde venían; a qué edad se casaron; quién acompañaba al cura… ¿De qué es exactamente maestro quien atiende el parto? ¿Por qué no la atiende el marido si es médico? ¿Tan nervisoso estaba? ¿O estaba totalmente abatido y aterrado ante lo que estaba viviendo y se le venía encima? En clase lo hacemos y reconstruimos todos los detalles. El documento tan elocuente en sí mismo, encierra tanta vida (y tanta muerte también) que prefiero que él nos lo cuente. Sólo os ayudo con su transcripción literal:
“En Gerena, Juebes, veinte, y dos de Noviembre de mil, ochocientos, y quatro años, Yo D. Josè María de los Dolores Contero, y Ortiz, Cura Beneficiado propio de la Iglesia Parroquial de esta Villa, catequizè, êxorcisè, y puse los santos Oleo, y Chrisma â José María, que fue extraido de su yà difunta Madre, por medio de la operación cesárea, por Don Felix Gallego, vecino de ésta, Maestro de Fletomía (¿), a quien baptizè en casa por necesidad en este mismo día, hijo del Licenciado Don Antonio Argobejo, natural de la Ciudad de Cádiz, de edad de cerca de veinte, y seis años, Cirujano, Medico Titular de esta dicha Villa, y de Doña Isabel Espín, su legitima muger, (lo hizo constar por certificación juridica) de diez, y nuebe años, natural de la de Puerto Real, Obispado de la misma, y casados en ella en veinte, y uno de Junio, de mil, ochocientos, y dos: fue Padrino de esta solemnidad Don Rafael Contero y Ortiz, advertirle sus obligaciones: todos vecinos de esta, y lo firmè, fecha ut supra
Don Josè María Contero y Ortiz”

2 comentarios:

José Manuel Martínez Limia dijo...

Me parece magnífica esta entrada, el motivo, el documento y el transfondo. Tanto, que me he permitido incluir una en mi blog sobre ella (creo que en unas horas podré colgarla). Espero que no te moleste.

LEONARDO ALANIS dijo...

Es todo un honor, gracias.