
Cuando tú me faltes
y ya no me busque tu mirada,
algo de mí se habrá perdido
---casi todo---
en la sombra definitiva de tu ausencia.
Cuando tú te hayas ido
por los azules caminos del aire
y desee cercanos
aquellos brazos
en que soñaban
mis besos de infancia,
te retendré
entre las blancas arenas de la memoria
y, entonces,
madre,
estarás,
aquí,
por siempre,
donde anidan
los latidos de mi alma.
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