2002

viernes, 2 de enero de 2009

MEMORIA HISTÓRICA (III)

Tu carta parece un arco iris después de pasada la tormenta


Manuel Álvarez es el más alto del grupo. A su izquierda, a la derecha en la foto, también con camisa blanca abrochada hasta el cuello, aparece su hermano Antonio. A la izquierda de éste, pasando el ciclista de la boina, está Manuel Mateos Peralías (padre de Joaquín Mateos). Ya en el otro extremo, entre los dos primeros ciclistas (a la izquierda de la foto), se encuentra Manuel Valderas Alanís. Todos ellos fueron fusilados o se les ajustició aplicando el llamado Bando de Guerra.



No me gustaría ensombrecer con mi torpe comentario toda la riqueza emocional que encierra esta carta "de amor". Sólo os diré que la escribió un hombre que, algo más de dos meses más tarde, fue fusilado. Quienes debieron haber intercedido por él desde Gerena, ---y por su hermano Antonio---, no lo hicieron. Su alma inmensa, un universo de dignidad infinita como la de todo ser humano, hubiera merecido mejor suerte y sus valores hubieran contribuido, sin duda, al progreso de su pueblo y del país que le vio nacer . Sin embargo, se les dejó morir con vileza. Este es uno de esos documentos que me confirman en la convicción de que aquella generación de hombres y mujeres republicanos fue excepcional ,en Gerena y en tantos otros lugares de esta piel de toro entonces ensangrentada con un cruel enfrentamiento civil entre hermanos. Considero que aún a estas alturas de historia democrática, tenemos una deuda de gratitud con todos ellos. Es una obligación moral reconocerles su entrega. Antonio Álvarez Vega y Manuel Álvarez Vega, fueron fusilados en Alcalá de Henares los días 9 y 25 de octubre, respectivamente, de 1939.




Año de la Victoria MCMXXXIX (Esto está escrito con una letra diferente a la del autor de la carta. Era obligado escribirlo)


Alcalá de Henares, 27-7-39


Querida esposa: Hace una semana justa recibí tu carta del 14 del corriente a la que contesté a vuelta de correos, en la que te pedía algo muy urgente y también os decía que vinieseis por aquí porque quería veros. Esto lo repito aquí por si no ha llegado la referida carta a su destino. En esta te contesto a aquella del 14.

Ya he hablado con Pepa y me ha contado lo del chico en la Estación. Podías haberlo dejado venir y ya le hubiese visto que es mi mayor deseo. Nos ha dado el dinero que traía, dos puros y las fotos. La miel ya nos la hemos comido, endulzando con ella los ratos tristes.

Le dices a toda la familia y amistades que me acuerdo mucho de todos, pero que no me es posible escribirles, por eso, porque no me es posible. Ya sabes que no me para escribir pero hay fuerzas mayores que lo impiden.

Has hecho muy bien con mandarme las fotografías; después de ponerme muy contento me causaba la impresión de encontrarme reunido en nuestra casa. Me paso muchos ratos mirándolos y me creo más cerca de Vds. Ya vendrán tiempos mejores, como tú dices, y entonces nos desquitaremos. Te pagaré esa cuentecilla que te debo y ya me las arreglaré para que me salgan bien. Te pagaré con creces, pero aunque no me debes nada, te pagaré cobrando que es la manera más airosa de pagar las cuentas viejas ¿te agrada?

Cuando te escribo, Rosario, me pasa lo que a ti cuando me lees, me parece que estoy hablando contigo como cuando éramos unos novios felices, por lo que te ruego no me alabes, porque puedo envanecerme. Es mejor que me dejes escribir como sepa, bien o mal, ya que así soy feliz en este retiro de paz. Paz material, aunque yo me rodeo siempre de quehaceres que no me dejan tiempo de reposo, porque todas mis obligaciones son comer, dormir y esperar, tres trabajos que no me rinden el cuerpo pero el alma se subleva y vuela por regiones para mi desconocidas en brazos de la ilusión, para terminar mis fantásticos viajes siempre a tu lado donde sé que me aguarda el amor de un hijo simpático, tu leal cariño y el calor de un hogar. ¿Qué quieres más que te diga? En tan pocas palabras no es posible expresar mejor mis deseos. Sin embargo, fíjate lo lejos que estamos de llevarlos a la práctica, nos separan unos seiscientos kilómetros, un expediente sumarísimo y la incertidumbre que proporciona la lucha de los hombres por un bienestar pasajero. ¡Qué le vamos a hacer! Hay que conformarse con nuestra suerte y tener paciencia, ¿no es eso? Yo ya la tengo, por eso notarás que mis cartas van siempre impregnadas de alegría, porque yo sé que hay algo superior a las ambiciones de la humanidad, que no se puede desobedecer y que nada voy a adelantar con tristezas y aflicciones. De este convencimiento y de hacerme la ilusión de que me encuentro a tu lado cuando escribo, la alegría y el contento de mis cartas; y así, optimista, sonriente lo espero todo y con una esperanza que se alimenta de la tranquilidad de mi conciencia y el disfrutar de una salud perfecta.

Tu carta del 14 parece un arco iris después de pasada la tormenta, --------------------------------…es tan mala la tinta que está toda emborronada, pero yo sé que tú la entiendes y no importa ¿verdad?

Como en mi anterior te digo que deseo que vengáis todo lo pronto que podáis y las razones ya os la podéis figurar. Según me ha dicho Pepa, se estaba arreglando el coche pequeño para venir y esperabais que yo os lo dijera, pues bien ya los sabes tú, se lo dices a D. Rafael de mi parte y venir lo más pronto posible. Pero ¿es que dura el coche pequeño aún? ¿Y del camión, qué ha sido? Yo tenía entendido que no quedaba nada y por lo tanto no es así, me han equivocado. En fin, cuenta algo de ello, para saber las cosas por ti, antes que los demás me digan las que les parecen.

Tanto mi hermano como yo deseamos que estéis todos buenos, nosotros seguimos disfrutando de mucha salud y deseando salir de nuestra situación, que no ha variado en nada a pesar del viaje de Caparrós y Quirós con mi hermano Felipe, enviando abrazos para nuestros padres, tíos, hermanos y sobrinos y muchos recuerdos para todas las amistades, se despide quien os envía miles de abrazos y besos tanto para ti como para nuestro querido Helios.


Os quiere cada día más quien no olvida.


Manuel Álvarez

4 comentarios:

José Manuel Martínez Limia dijo...

Saludos Manuel:

Te alegrará saber que la tormenta pasó y que un inmenso arco iris coloreó la tierra que te sepulta. No ha parado desde entonces, casi, de caer un fino chirimiri que si te descuidas te cala hasta los huesos, pero nadie se descuida ya y permanece tanto tiempo a la intemperie.

Espero que te alegre saber que somos muchos los que continuamos escrbiéndote tantos años después. Que no te hemos olvidado nunca y que cada mes quemamos un pequeño billete (antes de pesetas y ahora de euros), nos tomamos un té con miel, nos fumamos después un puro y repasamos las mismas fotos de siempre (¿hay otras?). Es un pequeño ritual que nos quita todos los miedos y nos garantiza la esperanza de volver a verte algún día.

Deseo con todas mis fuerzas que estés en ese lugar, que soñabas, por encima de las ambiciones de la humanidad. Si ese lugar existe seguro que estás allí. Estoy absolutamente convencido de que tu salud es perfecta (dicen los que saben que tras lo ocurrido no se puede empeorar) y de que tu conciencia sigue tranquila.

No te apures que pronto viajaremos todos contigo. Y seremos muchos. Sólo que quizás no merezcamos estar a tu lado. Seguro que no lo merecemos, aunque tú estuvieses encantado de recibirnos.

Me despido ya de ti, Manuel, porque una débil nubecilla me nubla la vista y la tinta, aunque no es mala, corre el riesgo de emborronarse.

Besos y abrazos de quienes no olvidan.

P.D.: Por cierto Manuel, 1939 ya no es el año de ninguna victoria, sino el año en que se culminó la infamia. La misma infamia que acabó con la libertad y contigo. Aunque ya ves que los que entonces vencieron han muerto y nosotros seguimos escribiéndonos.

Felipe Marín Álvarez dijo...

Estimado Manuel:

Yo también soy republicano.

Pensaban los necios que, con tu muerte, nos mataban. ¿Son, acaso, los sentimientos mortales?

Cómo me ha dolido tu carta. Cómo me arrugaba y me lastimaban tus letras, y me hacían tierna la piel para quererte.

Cuánto os debemos a ti, a tantos hombres y mujeres que fuisteis carne de rencor, no hace mucho por estos lares. No hay deuda más grande, esa que no se pagó, ni se podrá, aunque se quiera.

Empeñados los Caínes en imponer sus mentiras, no consiguen que el olvido haga mella en lo justo. Nos robaron tu vida pero no la memoria.

Ojalá pudiera, Manuel, cambiar un viejo rumbo para hacerte volver a la vida que se te quedó en el intento.

Te admiramos. Te seguiremos escribiendo.

Un fuerte abrazo compañero.

J.Joaquín Santos dijo...

...."yo sé que hay algo superior a las ambiciones de la humanidad, que no se puede desobedecer".....
Oye Leo, me pillo esta frase para mi blog, porque bién vale la pena para la causa ecologista...!! No te importa ¿no? Un abrazo.

Anónimo dijo...

Leo te echamos de menos.
Un abrazo anonimo.
Por cierto,me encanta este post,aunque no tengo palabras para decir nada.