2002

lunes, 16 de marzo de 2009

Diario de un Profesor





"Vuelvo a Granada"

Estudié en Granada. Fue entre los años 1968 y 1973. Yo era un niño. Desde entonces, esta ciudad, sus múltiples paisajes, me acompaña. Para bien o para mal, Granada quedó en el ADN de mi memoria visual como referencia desde la que mirar ya para siempre el resto del mundo. Su belleza irrepetible siempre va conmigo. Hay quien dijo, no recuerdo bien quién, que “uno es de donde hace el bachillerato”. Debe ser tal vez por eso que esta ciudad me ató a ella y la razón por la cual me siento un granadino de adopción. Nadie me persuadiría por ejemplo, en contra de la firme convicción que mantengo, posiblemente ingenua, de que Sevilla es más hermosa que Granada. El viernes pasado viajé a ella en tren. Debía reunirme con mis colegas de la Ponencia de Geografía para ultimar las próximas Pruebas de Acceso a la Universidad.
Y allí estaba ella esperándome, inconfundible, hermosa, eternamente bella, sobre la roja colina que vigila y abraza el Darro. Me saludó deslumbrante y le reiteré mi amor fiel, inquebrantable.
La reunión se celebró en el Carmen de la Victoria, en pleno Barrio del Albaicín, propiedad de la Universidad de Granada. Fue Vázquez Montalbán el que dijo en cierta ocasión que “no se sabe muy bien si fue el Carmen de la Victoria el que fue hecho para la Alhambra o ésta para el Carmen de la Victoria”. Lo cierto es, que la reunión transcurrió en este “huerto” (significado árabe de Carmen), desde el que se ve exactamente lo que apreciáis en estas imágenes. Ellas testimonian las miradas de mutuo amor que permanentemente se dirigen entre sí ambos lugares.
Y allí, expuse, sin tratar de convencer a mis entrañables, admirados y experimentados profesores universitarios y de bachillerato, que la Prueba de Acceso a la Universidad, la conocida Selectividad, no debe considerarse un examen para especialistas, ni un examen para acceder a la especialidad de Geografía. Que la Selectividad es un examen que trata de medir de alguna manera, en términos de madurez, la consecución de los objetivos marcados para el bachillerato y que por esto se hace examinando a los estudiantes de diversas materias. Que el examen de selectividad de Geografía versa sobre la geografía que se enseña y no siempre ésta es la Geografía que produce la “ACADEMIA”. Que es, en definitiva, un examen sobre un saber escolar, que debemos pretender, sí, lo más próximo posible al saber científico generado por la ciencia geográfica, pero este a duras penas resiste al modo de ser de muchos de nuestros actuales alumnos y alumnas de bachillerato. Y que, en definitiva, sería conveniente confeccionar un examen más “facilitador” para el alumnado que trata de acceder a la universidad, ya que la Geografía es una disciplina especialmente amplia y compleja. Que hacerlo así, no atenta, en mi opinión, a la dignidad de la Geografía, ni tiene por qué implicar una pérdida de poder de nuestra especialidad, sino que coloca a la propia Geografía en el centro de interés de nuestros estudiantes en nuestro empeño por ganarlos para la causa del amor hacia el conocimiento. Y es que de amor trata esta historia.
Por eso me pareció que, mientras discutíamos estos aspectos tan sesudos, la Alhambra nos miraba y dejaba escapar algunos pacientes y profundos suspiros. Los mismos que yo le devolví, no sin melancolía, al despedirme de ella.




2 comentarios:

José Manuel Martínez Limia dijo...

El conjunto que, desde la Plaza de Santa Ana, a derecha e izquierda, forman el Albaicín y la Alhambra es de las actuaciones humanas más espectaculares que he visto nuca. Me resulta casi imposible decidir qué es más hermoso pero de lo que yo conozco (que no es mucho, pero es algo) lo que sí tengo claro es que es único. No existe, ni siquiera en los países de religión islámica que conozco, nada parecido. Espectacular.

De la geografía (aunque esto lo es), de la universidad y de la selectividad ya hablaremos otro día, porque Granada bien merece preeminencia.

Saludos.

Anónimo dijo...

Maestro, por fín me decido a escribirte, ha sido un delicia leerte, me has transportado a Granada, mi querida Granada también. Desde aquí agradecerte tu atención, cariño y paciencia. Eres grande, muy grande ¡¡¡¡

Gracias por la luna :)