2002

martes, 28 de septiembre de 2010

LA HUELGA




La Universidad fue nuestro verdadero bautismo de fuego político: los compañeros que repartían clandestinamente la propaganda comunista de todos los matices; los que ponían carteles a una velocidad de vértigo; los que abrían la puerta del aula y lanzaban panfletos a su interior; las celebraciones de la revolución portuguesa o la condena del golpe de Pinochet; las carreras policiales por los pasillos; las masivas asambleas de facultad… Y, sobre todo, las huelgas… Hay muchos que han olvidado que la democracia vino de la mano de nuestra participación en todo este variopinto ceremonial de sueños utópicos. Hoy como ayer, ¿puede convertirse una HUELGA en herramienta transformadora? Hoy brilla por su ausencia en algunos sectores sociales una clara conciencia de la necesidad de perseguir los sueños de un futuro mejor; predomina la falta de conciencia de “clase trabajadora”. A todos nos inquieta la inexistencia de protagonistas políticos o sindicales dignos de admiración…En la masa impersonal se ha instalado el discurso neoliberal de las excusas estereotipadas y reaccionarias; muchos se escudan en el ejercicio de la libertad individual, del derecho a acudir al trabajo… ese discurso egoísta de que nadie piensa en mí…por lo que yo no pienso en nadie… En fin, gran laboratorio y escenario éste de la sociedad actual para reflexionar sobre la condición humana. Aún a riesgo de parecer un romántico, sólo nos vale en estos momentos el discurso de la defensa de la dignidad de los más débiles. ¿No los vemos a nuestro alrededor? Basta este motivo para ir a esta y a todas las huelgas. En la facultad, recuerdo, yo cantaba aquello de:

A la huelga cien
A la huelga mil,
A la huelga, madre,
yo me voy también

Extraigo de un viejo periódico obrero de 1904 que me han dejado mis amigos Enrique y Cloti este poema:

LA HUELGA

Quedaron en quietud las férreas máquinas
en silencio martillos y poleas,
el yunque frío y el taller desierto,
sin humo la arrogante chimenea.
Extinguióse la lumbre de la fragua,
extinguióse el vapor de las calderas
de los cantares no repite el eco,
el cielo que se viste de tinieblas.
El taller que es el templo en que se adora
al dios Trabajo, en oblación suprema,
donde se oyeron los grandiosos himnos,
que pregonaron aceradas lenguas,
aquellos santos himnos redentores,
en que se hablaba de odios y protestas,
aquellos himnos con sudor escritos
sobre el húmedo suelo en las arenas,
desierto y mudo, sin calor ni vida,
tiene cerradas sus macizas puertas,
pues no tornan los hijos del trabajo
a proseguir esclavos la pelea.
Hubo un tiempo infeliz en que esos hombres
como parias ahogaban sus querellas.
Hubo un tiempo en que vencidos
y cobardes lloraban sus afrentas.
Más un rayo de luz entró en sus almas,
corrió hirviendo la sangre por sus venas,
sacudieron su yugo y entonaron
la bendita canción de las protestas.
No más esclavitud, no más desdoro,
cerradas del taller sigan las puertas,
en silencio que sigan los martillos
y quietas continúen las poleas,
mientras las torpe esclavitud aliente,
siga mudo el taller, siga la huelga.

José Muñoz San Román


¿Cuándo recuperaremos aquel espíritu intemporal de las luchas obreras a las que tanto debemos? ¿Por qué seguimos tan ciegos al esfuerzo, al sufrimiento y a las HUELGAS de aquellos antepasados que tanto futuro nos han regalado?

domingo, 26 de septiembre de 2010

Credo del caminante

Francisco Barco Solleiro (1943-2010)


Yo tuve una vez un amigo. Hizo para mí de padre y hermano cuando los adolescentes de mi tiempo que comenzábamos a estudiar en la universidad no sabíamos casi nada de la vida, de la fe, de la política o del amor. Me regaló siempre el consejo sabio de la orientación adecuada. Muchas horas pasé a su lado, y junto a Lina, su mujer, en su librería. La “Librería Seminario” fue faro de conocimiento para muchos estudiantes de la Sevilla de comienzos de los 70. Verdadero puerto donde arribábamos en nuestras horas sueltas (que no muertas) y donde siempre nos acogía la sonrisa de su enorme corazón ilustrado para indicarnos las lecturas, casi todas, que nos faltaban. Esas que nos señalaban en la dirección de la búsqueda de la verdad de las cosas importantes del mundo. Hablaba siempre de este o aquel autor hasta emocionarnos y lograba fácilmente despertarnos el deseo de leerlo. Y no había en ello afán mercantil alguno. Debo buena parte de mi biblioteca (y de mi empedernida bibliomanía) a su generosidad: “Llévatelo. Ya me lo pagarás cuando puedas”. Él se enriqueció de amigos y la librería, con el tiempo, tuvo que cerrar. Ya no quedan libreros así. Pocas personas de entrega tan inacabable he conocido como Paco Barco. Paco fue un gigante, un militante de la palabra y el espíritu libres desde las convicciones más profundas. Un hombre con esa clase de fe que hace mover las montañas de la historia. ¡Te he visto tan poco en estos años, joder! Y te me has ido. Casi no te lo perdono, deambulan errantes a mi alrededor los abrazos que te debo. Pero sé que lo has hecho con la dignidad de los trabajadores infatigables por el reino de la justicia y dejando tanto amor sembrado entre los tuyos que serás por siempre semilla de eternidad.


Credo del caminante

Creo en la persona,
porque es la única forma de sentirme humano.
Creo en ésta persona,
porque así puedo soportarme a mí mismo.
Creo en la mujer y el hombre,
el anciano y el niño, el blanco y el negro,
en los del Norte, Sur, Este y Oeste.
Creo en los guapos y los feos,
idiotas, inteligentes, sanos y enfermos,
buenos, menos buenos y malos,
porque me reconozco en ellos y soy,
a la vez, su posible espejo.
Creo que aún es posible la esperanza,
aunque ésta sea frágil y difícil ser optimista,
una esperanza comprometida con nuestra tierra,
con los seres vivos.
Creo en la libertad,
es la forma de reconocer al otro.
Creo en el perdón,
porque no es olvido, es restituir la dignidad.
Creo que compartir es mejor que competir
y que la sobriedad es alternativa al consumismo.
Creo en la paz,
porque es obra de la justicia, no de la legalidad.
Creo en la justicia,
porque no existe sin la solidaridad.
Creo en la solidaridad,
porque sólo es obra del amor.
Creo en el amor,
es la razón de mi existencia.
Creo en Dios,
porque es amor y no me impide, es más, me alienta
a creer de esta manera.
Creo, también, que puedo dejar de creer.

Francisco Barco Solleiro, 1993


martes, 10 de agosto de 2010

Bailarina frente al mar


No sé si fue la envidia o el simple afán de querer tocar con sus dedos la belleza de tantos atardeceres vividos frente al mar. O fueron tal vez sus ansias irrefrenables por ir hacia el océano para purificar su corazón en el agua turquesa del horizonte. No sé bien por qué, pero una mañana amaneció con el firme deseo de hacerse bailarina. Es tal la fuerza con la que vive ese sueño que agradece incluso las patadas de desprecio de los desalmados noctámbulos que pasan a su lado. Sabe bien que esos “empujoncitos” le ayudarán a cambiar a alguien como ella tan habituada a alojar en su interior las miserias ajenas. Ah...cambiar, cambiar... ese inalcanzable gozo para los cerebros embotados de alcohol y de incivismo. Cuán cierto es que no somos lo que somos, sino lo que hacemos por cambiar lo que somos. Ensayemos, poco a poco, a partir de hoy, pasos de ballet. Nada hay imposible.

domingo, 11 de julio de 2010

Que la euforia no nos ciegue


Sudáfrica: 6.000 millones de euros de gastos en el país más desigual del mundo

Me envían esta información del sitio http://www.diagonalperiodico.net/Sudafrica-6-000-millones-de-euros.html. Desde la alegría del éxito de nuestros chicos de la Selección y que juegan tan divinamente, quiero compartirla con quienes quieran ir más allá de la superficie de las cosas que nos envuelven. Que la euforia por el triunfo no nos impida ver qué se esconde detrás de este hermoso deporte y saber que…


Organizaciones sudafricanas critican la enorme cantidad de dinero gastado en cumplir las exigencias de la FIFA, entre ellas la exención de impuestos para los inversores en el mundial, cuando los niveles de pobreza siguen siendo alarmantes. La euforia y la pasión con la que los sudafricanos han recibido el Mundial en su país ha superado con creces sus esperanzas estrictamente deportivas. A pesar de que, en 80 años, es la primera vez que una selección anfitriona es eliminada en la primera ronda, la ilusión por el evento no se ha reducido y el país entero ha sido cubierto por una oleada de banderas nacionales que arropan este dividido país.

“Desgraciadamente aún necesitamos proyectos que nos hagan trabajar juntos –contaba el arzobispo y premio Nobel de la Paz, Desmond Tutu– y el Mundial es una ocasión para unirnos de nuevo”. Y realmente el proyecto ha funcionado. Ver a la minoría blanca apoyar a la selección sudafricana de fútbol –en una repetición a la inversa del apoyo negro a la selección de rugby que cuenta Clint Eastwood en su Invictus– no tiene precio.

O sí. Tiene un precio estimado de 6.000 millones de euros, lo que se ha gastado el país en ponerse a punto para el Mundial. Una cifra que para muchos es desproporcionada y que tendría que haber sido invertida en otras necesidades más urgentes, como la salud, la educación o aliviar la extrema pobreza que padece el 40% de los sudafricanos.

Este debate está ahora mismo más abierto que nunca en el país y cada vez más voces se cuestionan si no se podría haber hecho un Mundial diferente. “No se puede exigir a un país en vías de desarrollo las mismas infraestructuras que a uno europeo –opina el documentalista Craig Tanner– y Sudáfrica podría haber hecho el Mundial en sus estadios preexistentes y dedicar estos fondos a necesidades más acuciantes”.

Tanner llegó a esta conclusión tras entrevistar a más de 40 sudafricanos –desde personalidades como Desmond Tutu o Dennis Brutus, hasta trabajadores de la construcción y vendedores ambulantes– para realizar su película Fahrenheit 2010, donde cuenta las esperanzas y dudas en torno al Mundial. “Me di cuenta de que la gente estaba ilusionada con el proyecto, pero también preocupada por su coste”.

La FIFA: un mal socio

Muchos sudafricanos hicieron la misma reflexión que Tanner y ahora se preguntan si la FIFA es un “socio fiable” a la hora de llegar a acuerdos. Hay que tener en cuenta que una gran parte de la factura se debe a las condiciones impuestas por el organismo internacional. Un ejemplo: el estadio Green Point de Ciudad del Cabo tuvo que ser construido de nuevo –a un coste de casi 60 millones de euros– porque la FIFA consideró que el campo que ya tenía la ciudad quedaba demasiado cerca de los barrios marginales. “Mil millones de espectadores no pueden ver pobreza a esta escala”, se escribió en uno de sus informes.

Pero la FIFA no se ha olvidado de sus cuentas de resultados y ha exigido al Gobierno sudafricano exenciones de impuestos, tanto para ella como para sus empresas asociadas. El servicio de Tasas Aduaneras calculó que sólo hasta el mes de abril el país perdió unos diez millones de euros por la importación de bienes relacionados con el Mundial libres de cargas. Los acuerdos también incluían la cesión de jets privados, limusinas, coches, chóferes, descuentos en hoteles y billetes de avión y reservas de habitaciones médicas. Toda una serie de condiciones que han provocado que este organismo haya llegado a compararse con un “poder colonial”.

¿Un Mundial neoliberal?

Para Patrick Bond, profesor de economía y director del Centro para la Sociedad Civil, el problema va incluso más allá. “Se ha asegurado que hasta un 0,5% de nuestro crecimiento en 2010 estará relacionado con el Mundial. El problema viene cuando buscas quiénes son los beneficiarios de este tipo de desarrollo”. Y es que Sudáfrica ya es, desde el año pasado, el país más desigual del planeta según el índice Gini, que calcula la distribución de la renta. En una sociedad tan dual hay que estar muy atento a la hora de saber quién sale ganando según cada enfoque del crecimiento económico. “El Mundial profundiza la inserción de Sudáfrica en el sistema globalizado, un modelo que beneficia a los más ricos y perjudica los más pobres –continua Bond– y ésto sin contar con el peligro de padecer una explosión de la deuda. Se calcula que una buena parte de culpa de la actual situación griega se debe a la factura de los Juegos Olímpicos de 2004”. Y Sudáfrica ya parte con una deuda externa de 60.000 millones de euros.

De momento, la fiesta continúa. Y continuará mientras ruede el balón. Pero el 12 de julio los turistas ya habrán abandonado el país y se habrán recogido las banderas. “El peligro de frustración es elevado”, reconoce Yunnus Ballim, vicerrector de la Universidad de Witts, la mayor del país. Y a mayor frustración, mayor riesgo de que se repitan hechos como las violentas explosiones xenófobas que hace dos años dejaron 62 muertos.

Espíritu combativo durante el mundial

Aunque Sudáfrica es el país más desigual del mundo, también es uno de los más combativos. Y el Mundial no ha significado, precisamente, ninguna tregua. Desde el día de la inauguración se han sucedido las manifestaciones y protestas. El Foro Antiprivatizaciones –una red de organizaciones comunitarias y sindicatos– ha liderado las marchas en contra del alto gasto que ha significado el evento. Otros colectivos también han aprovechado para hacer oír sus demandas concretas. Así, por ejemplo, los chabolistas de Abalhali baseMjondolo han edificado sus barracas justo enfrente del estadio Green Point de Ciudad del Cabo, las asociaciones de enfermos de sida se concentraron ante el consulado estadounidense en Johannesburgo para exigir a la Administración Obama que no recorte las ayudas en este capítulo y los sindicatos de la electricidad han usado la amenaza de dejar el país sin luz en pleno Mundial para asegurarse un aumento de sueldo.

Pero el hecho que quizás mejor define el espíritu reivindicativo sudafricano ha sido la huelga del personal de seguridad de cinco estadios. Contratados por la multinacional sueca Securitas con la promesa de ganar unos 150 euros cada día, se encontraron que al final se les pagaba sólo 20. El paro estalló espontáneamente durante el partido Alemania-Australia en Durban y la policía tuvo que asumir directamente las tareas de los huelguistas.

viernes, 18 de junio de 2010

viernes, 11 de junio de 2010

ME SIENTO AVERGONZADO

















Digo sin nostalgia que en aquellos tiempos grises, cuando Franco vivía, gritábamos libertad por las paredes. Más tarde, lo hicimos contra la OTAN y contra todas las guerras. Y siempre lo hemos hecho en defensa de los derechos de los trabajadores y de los pueblos. Aunque estos son tiempos de avances tecnológicos evidentes, sigue teniendo sentido la expresión libre del deseo de un mundo mejor. ¡Qué duda cabe! Si hay que seguir escribiendo en las paredes, se escribe. Eso sí, con respeto hacia la pared. Hasta con permiso de ella, si puede ser.

Hace ya unos años, sin embargo, que en Gerena aparecen una y otra vez pintadas alusivas hacia el Alcalde. Las encuentras incluso a kilómetros de la localidad. Quienes las hacen no reparan en gastos. Ellos sabrán el por qué de tan empecinado empeño. He podido comprobar que para mi hija pequeña es ya un paisaje habitual a través de los cristales de las ventanillas del coche.

Hay quienes se regodean al ver cómo vilipendian al adversario político. En su interior se sonríen y hasta lo justifican. “Se lo tiene merecido”, sentencian. En mi opinión no tienen nada de grito de rebeldía contra la injusticia. Hay otros modos elegantes, tajantes, radicales de mostrar disconformidad, discrepancias o repulsa.

También en tiempos de Franco arrojábamos panfletos. El miedo nos hacía correr tras dejar sembradas las calles de proclamas contra el dictador. Muy recientemente, recogimos en las cercanías y a las puertas del Instituto un panfleto soez y vergonzante. Tuve que decirle a mi hija, en el camino de vuelta a casa, que no leyera uno de aquellos papeles. Ese mismo día, en nombre de algunas familias que me hicieron llegar su queja, manifesté al Ayuntamiento nuestra contrariedad y denunciamos el hecho. Lo haremos cuantas veces sea necesario para recordar y advertir que los caminos de la educación discurren muy alejados de las groserías y los insultos que se esconden detrás de la impunidad de un papel anónimo.

Hoy, una vez más, en el interior del patio de nuestro Instituto, hemos recibido una nueva muestra de los improperios que se dirigen a la primera autoridad local. ¿Son las mismas personas de siempre? Sean quienes sean, se han tomado la “molestia”, con una brocha gorda y pintura plástica, con la complicidad de la noche, de decorar con mensajes nuestro centro. Hoy, grandes y pequeños han vivido la jornada escolar en un decorado impropio de un ámbito en el que educamos para saber convivir.

No ya desde el deber de responsable de un centro educativo sino como ciudadano de a pie, quiero hacer saber y compartir con vosotros y vosotras mis sencillas reflexiones:

1º. Estas pintadas son un atentado contra bienes públicos. Causan un destrozo casi irreparable que obligará a un significativo desembolso económico de los ya menguados presupuestos de la administración. Constituyen, pues, un verdadero atentado contra la comunidad. Estas pintadas van contra todos.

2º. Su efecto es demoledor no sólo materialmente. En el plano de lo vivido, de las experiencias, lanza una empobrecida y lamentable idea de lo que es la política en nuestros niños y jóvenes. ¿Estarán interiorizando nuestros hijos e hijas (incluidos los de los que han hecho estas pintadas) que en el futuro lo que hay que hacer es insultar al alcalde o al concejal o a quien ostente un cargo de responsabilidad pública? El aprendizaje de la democracia se vuelve estéril por este camino. Es verdad, habrá quien diga, que tampoco en otros ámbitos de la vida política (véanse los plenos, por ejemplo) lanzamos mensajes constructivos y esperanzadores sobre lo que debe ser una referencia edificante del diálogo y el debate político. Verdaderamente no es esta la democracia que soñábamos en las noches de pintadas y panfletos. Pero que nadie se auto engañe: no son comparables quienes lanzan insultos anónimos en las paredes y quienes discuten, debaten o se enfrentan a la vista de todos, con nombres y apellidos, y mantienen sus puntos de vista y defienden sus posiciones políticas. Estamos obligados a creer en la política, aunque seamos torpes en el ejercicio democrático de su construcción diaria. No tenemos otra salida.

3º. En unos segundos, los que se tardan en entrar en el centro y leer estas pintadas, se han perdido las exiguas conquistas que el profesorado intenta y logra en el terreno de la educación en valores. Una labor que desarrollamos cada día en un pulso muy desigual frente a los poderosos medios de comunicación y la sociedad en la que vivimos. Quienes han pintado no pueden imaginar cuánto daño moral han hecho hoy a los niños y jóvenes de Gerena, Las Pajanosas, El Garrobo, El Castillo, Aznalcóllar… Los efectos deseducativos de su lección han sido demoledores. ¿Dónde quedan nuestros esfuerzos por tratar de convencer a nuestros alumnos y alumnas de que el insulto no es el camino para resolver nuestras diferencias?

¿Tristeza? ¿Indignación? ¿Impotencia? Cuando te encuentras con una cosa así, no sé exactamente en qué orden, surge una mezcla de emociones similares. Cuando hoy entré en el Instituto y leí las pintadas, sentí y recibí los insultos como si estuvieran dirigimos a mí. Así los recibo.

Cada día trato de explicar a mis alumnos que aunque uno no lo haya votado, aunque uno no piense como él, un alcalde o un presidente del gobierno lo es de todos los ciudadanos y ciudadanas y a él le debemos respeto. Representa a todos, representa al pueblo.

Me costó años asimilar una derrota electoral… Gerena siempre ha formado parte de mi propio proyecto personal y vital y es duro verse excluido de él. Pero mi oficio de educador me ha ayudado a entender que no es transformador lo que enfrenta, que la política no puede estar por encima de las personas y de la amistad entre ellas. Tengo sobrados motivos personales para mantener deudas políticas pendientes, incluso para el resentimiento, pero ese tipo de vida no merece la pena vivirse. Frente a ello practico el perdón reparador. Os lo recomiendo. Es tremendamente sanador. Aunque suscite incomprensiones diré que rechazo de todo plano estos métodos y a quienes los emplean. Saludarse, chocarse la mano, cambiar impresiones, embarcarse en proyectos comunes, compartir esfuerzos, tenerse afectos… desde la discrepancia y las diferencias. Ese es el proyecto que cada día emprendo.

Sé que ando un tanto ausente de muchos aspectos de la vida local, reconozco que no puedo estar en todo. Incluso ando ausente con mayor frecuencia de la deseada de este blog. Hoy sí necesitaba enfrentarme a la obligación de escribir algo. Lo he pasado mal con este asunto de las pintadas. Algo más que debo agradecerle a sus autores. Sólo decir a quienes empleáis tiempo en leer estas líneas que frente a la indiferencia o al fundamentalismo merece la pena practicar el intercambio de razones y de sentimientos y, sobre todo, mantener vivo un debate con quienes hayan perdido la esperanza en la capacidad de los seres humanos para entenderse.

miércoles, 19 de mayo de 2010

En recuerdo de Ana


Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos,
nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo que creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.


Gioconda Belli

sábado, 15 de mayo de 2010

Me siento en el banquillo... con Garzón


He tenido siempre vocación política. En ella me formaron mis maestros y educadores. A pesar de mi actual lejanía de la afiliación política concreta, me interesa la política, entendida ésta como militancia en lo comunitario, como compromiso con quienes sufren las injusticias, como acción sobre lo que debe cambiar para elevar y compensar a los últimos, como manera de incidir en la mejor organización de la convivencia, como búsqueda de la verdad, como grito de defensa de la dignidad humana en masculino y en femenino, como preocupación sincera por lo que ocurre a tu alrededor, por quien vive a nuestro lado. No me gusta escuchar que la desprecian. Sólo un ignorante puede afirmar que la política es despreciable. ¡Cuán pesada es aún entre nosotros la huella de una dictadura forjada sobre la idea de la política como origen de la “perdición y ruina” de la patria! Sí, el desprecio a la política no es más que un recurrente argumento fascista. Eso no quiere decir, sin embargo, que haya malos ejemplos de quienes envilecen la vida política con sus modos de hablar, con sus mangoneos y ninguneo a la ciudadanía. Está el panorama poniéndose a tono con los enemigos de la política. (Ya se verá en las próximas elecciones). Las dictaduras abominan de la política: Los carteles del “Prohibido hablar de política” se exhibían en lugares públicos durante el franquismo. Digo con frecuencia que nuestra Guerra (In) Civil fue el fracaso de la democracia y el aniquilamiento de la política, la victoria de la sinrazón de las armas de los militares. No sólo hoy por lo de ayer, hace ya tiempo que vengo arrastrando una vergüenza profunda. Verdaderamente, este país nuestro, del que podemos sentirnos orgullosos por millones de razones, es digno de vergüenza. Garzón, como cualquiera de los muchos personajes públicos, no ha sido para mí un mito o un modelo a seguir. Es más, es criticable por muchas razones. Pero de ahí al bochornoso espectáculo del Consejo del Poder Judicial hay una distancia sideral. No es casual que los que más avergonzados se muestran son quienes han sufrido persecución directa o indirecta durante alguna de las dictaduras más o menos recientes. Quienes investigamos qué pasó durante la represión del franquismo y nos hemos aproximado al dolor de los vencidos (que es y debería ser el dolor de todos) comprendemos bien el papel del juez en la recuperación de la memoria de los tanto tiempo olvidados. Hoy, como Llamazares, ni acato, ni respeto, me declaro no sólo objetor, sino insumiso de la justicia oficial, por la que siento, simple y llanamente, asco. Si a esto le añado la decisión de los gobernantes de apretar el cinturón a los de siempre para pagar el pato de quienes han jugado a la mala política, es un día para pensar que me gustaría vivir en otro planeta más justo, más respirable. Miro a mis hijas y espero y ansío tiempos mejores. Seguro estoy que vendrán, no pierdo la esperanza.

viernes, 30 de abril de 2010

TERTULIA PEDAGÓGICA Y ESCUELA DE PADRES Y MADRES IES GERENA


El próximo MIÉRCOLES, día 5 de mayo, a las 18 horas, celebraremos la última sesión del presente curso escolar, de la ESCUELA DE PADRES Y MADRES y de la TERTULIA PEDAGÓGICA del IES GERENA. El tema a debate es "LOS INMIGRANTES EN NUESTRAS ESCUELAS". Queremos compartir la experiencia con los inmigrantes de nuestro pueblo y hemos invitado a la Asociación de Inmigrantes de Gerena y muy especialmente a todos los padres de nuestro alumnado inmigrante tanto en el CEIP Fernando Feliú como en el IES Gerena. Creemos que es una buena ocasión para conversar amigablemente sobre un tema verdaderamente inquietante y que pone a prueba la calidad de nuestra convivencia democrática. Os esperamos a todos y a todas.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Tu prima Eloisa ha cumplido 100 años

Así se lo hubiera dicho a mi madre. Ella estuvo enferma durante muchos años. Ya entonces perdí la cuenta del tiempo que vivió atrapada en aquel cuerpo desobediente al dictado del vivir y obligado al cuidado invisible e impagable de su hija. Ella repetía una y otra vez: “Estoy cansada de vivir. Me quiero morir”. Y es que la vida humana, con frecuencia, es también depender de otros.

En ocasiones, cuando saludo a algún amigo al que he tardado en ver, suelo decir: ¡Cómo pasa el tiempo! A lo que a veces me suelen contestar: ¡No, los que pasamos somos nosotros! Y es cierto. Con frecuencia me paro a contemplar y sentir cómo deambulan y juguetean los segundos a mi lado. Y descubro sin asombro cómo van rozándose conmigo sin apenas prestarme atención.

Siempre me he obligado a mí mismo no permitirme el lujo de eso que llamamos “perder el tiempo”. En todo momento me digo que hay algo importante que nos espera y debe hacerse. Pero de este modo, enfrascado en ese hacer diario, atento de continuo a nuevos proyectos y tareas, olvido que estamos de paso, que somos seres limitados en manos de los designios inexorables del tiempo.

¿Dónde está el secreto del disfrute de vivir? ¿En los años que se viven? ¿En la intensidad del tiempo vivido? ¿En esas prisas que tan frecuentemente hacen olvidarnos de la atención que nos solicitan quienes necesitan de nosotros?

Decía Francisco Ayala cuando ya pasaba de los 103 años que el secreto de la longevidad está en "la biología, la suerte y la fortaleza de ser sincero consigo mismo... La mala conciencia inquieta y no deja vivir. Si uno no ha obrado bien puede que viva atormentado. Y yo no tengo nada de lo que arrepentirme." He aquí el secreto del tiempo de la vida: obrar bien.

Cuando hoy he ido a verla, cuando he mirado sus manos, cuando me he encontrado con su mirada, al escucharle sus recuerdos de familia, al verla sonreír, he encontrado la lección serena de la dignidad de quien en su vida se ha limitado sencillamente a obrar bien.

Eloísa Ortiz Lozano ha cumplido 100 años. Y no han sido de soledad. Hemos sido muchos los que nos hemos dejado ver estos días por su casa. Una explosión de alegría compartida nos ha llevado a ella con flores y regalos. Allí nos ha recibido con su buena salud, con el buen humor que siempre tuvo y con su buena memoria, dones que todos desearíamos poseer incluso con muchos menos años que ella.

Pero no es sólo la inmensa alegría de sentirla aún entre nosotros. Eloísa, como quienes llegan a esa frontera mágica de los 100 años, representa también, aunque ya apenas da un paso si no es con ayuda de sus hijas, la sana envidia de quienes queremos subir tan alto como ella en lomos del tiempo sin dependencias de nadie y con la autonomía suficiente para decidir por nosotros mismos hasta el último momento. Un sueño tal vez inalcanzable y reservado sólo a quienes disputan a los dioses la inmortalidad.